NUEVAS IDEAS POLITICAS
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jueves, 6 de junio de 2013
POWER POINT EMPIRISMO JOHN LOCKE
Si quieren repasar la clase del Liberalismo y más precisamente la Teoría del Conocimiento les dejo este enlace "Empirismo John Locke"
lunes, 6 de mayo de 2013
CLASE TEORICA Y DE TRABAJO PRACTICO
A) Tareas del Trabajo: Los alumnos han de analizar, describir, y sintetizar la palabra simbólica correspondiente al Dogma Socialista
B) Bibliografía a considerar obligatoria Dogma Socialista Esteban Etcheverria (1846)
C) Caracter de elaboración: las tareas A) podrán realizarse en grupos de no más de 3 miembros.
D) Criterios de evaluación:
-Resolución de las tareas del trabajo.
-La aplicación de los marcos teóricos de las lecturas bibliograficas en la resolución del trabajo.
-la evidencia de uso de lenguaje específico.
-la fundamentación de los conceptos involucrados en los diferentes análisis
E) Fecha de entrega: Al finalizar la clase.
1---Asociación
2.—Progreso.
3.—Fraternidad.
4.—Igualdad.
8) GLORIAS :
10) INDEPENDENCIA
Revolución , 2 Ideas, Estacionaria, Status Quo, Tradiciones del Pasado
Reformada , Progresiva, Espiritu Moderno
B) Bibliografía a considerar obligatoria Dogma Socialista Esteban Etcheverria (1846)
C) Caracter de elaboración: las tareas A) podrán realizarse en grupos de no más de 3 miembros.
D) Criterios de evaluación:
-Resolución de las tareas del trabajo.
-La aplicación de los marcos teóricos de las lecturas bibliograficas en la resolución del trabajo.
-la evidencia de uso de lenguaje específico.
-la fundamentación de los conceptos involucrados en los diferentes análisis
E) Fecha de entrega: Al finalizar la clase.
1---Asociación
2.—Progreso.
3.—Fraternidad.
4.—Igualdad.
5.—Libertad.
6.—Dios, centro y periferia de nuestra
creencia religiosa: el cristianismo su ley.
7.—El
honor y el sacrificio, móvil y norma de nuestra conducta social.
8.—Adopción
de todas las glorias legítimas,
tanto individuales como colectivas de la revolución;
menosprecio de toda reputación usurpada e ilegítima.
9.—Continuación
de las tradiciones progresivas de la
Revolución de Mayo.
10.—Independencia de las tradiciones
retrógadas que nos subordinan al antiguo régimen.
11.—
Emancipación del espíritu americano.
12.—Organización
de la patria sobre la base democrática.
13.—Confraternidad de principios.14.—
Fusión de todas las doctrinas progresivas en un centro unitario.
15.—
Abnegación de las simpatías que puedan ligarnos a las dos grandes facciones que
se han disputado el poderío durante la revolución.
1.—ASOCIACION
Es la condición forzosa de toda civilización , sin ella no hay progreso.
La verdadera asociación es entre iguales.
Asociación , Progreso, Libertad, Igualdad, son un conjunto.
La libertad no puede realizarse sinó por medio de la igualdad, ésta sin el auxilio de la asociación y de todas las fuerzas, encaminadas a un objeto único: El Progreso.
Para que la asociación corresponda a sus fines , es necesario organizarla y constituirla de modo que no dañe los intereses sociales e individuales ó combinar el elemento social (patria) y el individual (independencia).
El Derecho del hombre y el Derecho de la Asociación son igualmente legítimos.
La sociedadpara ejercer sus derechos sobre sus miembros , debe a todos justicia, protección igual y leyes que aseguresn su persona , sus bienes y liebertad.
Noelia Sotomayor-Natalia Segovia . Turno Mañana
Una Asociación es una condición para toda civilización y progreso.
Debe estar organizada y construida para que no se dañen intereses sociales e individuales que son la pagria e independencia del ciudadano.
Se asegura el ciudadano la libertad e individualidad.
No se puede atentar contra el derecho individual ya que no hay autoridad absoluta más que la de la conciencia y la razón.
Para conseguir la perfección de la Asociación es preciso predicar fraternidad, desprendimiento y sacrificio mutuo entre los miembros de una misma familia
Lucas Garcia-Florencia Matttarollo-Luciana Rumolo .Turno Noche
2) PROGRESO
El universo entyreo tiene una vida que se desarrolla y se manifiesta en el tiempo, este mismo desarrollo se llama ley del progreso.
La consiste exclusivamente en el ejercicio insistente de la actividad.
La civilización no es otra cosa que el testimonio del progreso humanitario
El bienestar de esta civilización está en relación y nace de su mismo progreso.
Un ejemplo claro de proreso podría ser la emancipación de América sobre España, para poder mejorar su condición, pero para lograr completamente su emancipación, América deberá progresar hasta alcanzar el nivel de inteligencia de Europa.
Progresar es civilizarse.
Melisa Aliano-Laura Feito. Turno Mañana
Luego de haber leído dicho texto, llegamos a la conclusión de que el progreso es civilización.
El bienestar del pueblo nace del progreso, por esto un pueblo que no trabaja para su bienestgar, no obedece a la ley del bienestar, es porque no quiere la civilización.
Podemos decir también que la revolución puede ser progreso, el entusiasmo de conseguir una nacionalidad.
Los pueblos que se estacionan y no progresan no llevarán a cabo su independencia y a constituir su nacionalidad.
Giuliana Pereyra-Ayelén Giauberger.Turno Noche
3)FRATERNIDAD
La Fraternidad es una cadena de oro que debe ligar a los corazones puros y patriotas, sin esto o hay fuerza , ni unión, ni patria.
Es por eso que la fraternidad es el amor mutuo, esto significa que es aquella disposición generosa que inclina al hombre a hacer a los otros lo que quisiera que se hiciese con él. Sin embargo , todo acto de egoismo es un atentado a la fraternidad humana, es por ello que se habla de egoismo como la muerte del alma.
En conclusión la divisa de nuestra generación es la igualdad , y para que la igualdad se realice es necesario la peneración del hombre a sus derechos y obligaciones mutuas.
Martín Insúa-Marta De Biase. Turno Mañana
La Fraternidad humana es el amor mutuo, que por la ley dde Dios y la Humanidad todos los hombres son hermanos .
Todo acto de egoismo es un atentado a la fraternidad humana. , para evitar esto es preciso que los hombres se penetren en sus derechos y obligaciones mutuas y que haya igualdad entre éstos.
La fraternidad es el vinculo entre dos o más particulares que se basan en una unión de buena fé y moralidad.
Ludmila Gonzalez-Susan Ramos-Emmanuel Tisné.Turno Noche
4) IGUALDAD
Consiste en que nuestros derechos y deberes sean igualmente admitidos y declarados por todos para que cada hombre participe igualmente del goce en cuanto a trabajo e inteligencia.
El principio de la igualdad, todo miembro de una sociedad, debe recibir igual protección, seguridad y libertad por parte del poder que lo representa.
Atentado a la igualdad: Todo Privilegio otorgado a :Corporación civil, militar, religiosa, académica universitaria, y toda ley excepcional y de circunstancia.
"SOMOS TODOS IGUALES ANTE LA LEY"
Nicole Quintero-Ailin Rivadeneira Trapanotto. Turno Mañana
El Texto plantea que nuestra igualdad, nuestros derechos y libertades, no siempre son respetados, porque no siempre somos iguales ante la ley , ni aún estando en la misma situación jurtídica.
Por lo general nuestra sociedad actual es individualista y desigual ya que se hacen muchos abusos de poder y discriminación , por no tener un mismo sentido de petenencia.
Melitón Fernandez-Sergio Manzanares-Jose Ali . Turno Noche
5) LA LIBERTAD
"La Libertad es el derecho de cada hombre tiene para emplear sin traba alguna de sus facultades en el conseguimiento de su binestar, y para elegir los medios que puedan servile a este objeto".
La libertad no debe causar extorsión ni violencia a los derechos del otro, por eso se dice " nuestro derecho termina donde comienza el del otro".
Es la facultad de autodeterminación
Nicole Quintero-Ailin Rivadeneira Trapanotto. Turno Mañana
La Libertad es el derecho que tiene cada persona , emplear sus facultades , eligiendo los medios necesarios para conseguirse el bienestar propio. En el ejercicio de cada voluntad se debe recurrir al libre albedrío "para no hacerles a otros lo que no nos gustaría que nos hagan"
Ricardo Olaszzuk-Ismael Pralong. Turno Noche
6) DIOS
Reconocida la libertad de conciencia , ninguna religión dbe declararse dominante, ni se patrocinada por el estado: Todos igualmente deberán swer respectados y protegidos, mientras su moral sea puras y su culto no atente el orden social.
No incumbe al gobierno reglamentar las creeencias , interponiendose entre Dios y la conciencia humana, sino interpretar los principios conservadores de la sociedad, y tener bajo su salvaguardia la moral social.
Brahim Abbas-Lamas leandro-Turno Mañana
Aunque en la Constitución Nacional se "sostiene el culto católico , apostólico y romano"El estado como cuerpo político, no puede imponer una religión ya que los individuos poseen la libertad de culto. Será Dios quién juzgue las conductas de los individuos mientras éstos no dañen ni perjudiquen a terceros.
Ninguna religión puede declararse en un estado.
Todos los hombres son iguales
Martrin Cardozo-Pablo D´ Aqui-Ana Sotelo-Gilda Torres. Turno Noche
7) EL HONOR Y EL SACRIFICIO:
Móvil y norma de nuestra conducta social
El Honor es el dogma del ciudadano y regla los actos del hombre público. Este entra en el fuero de la conciencia del hombre social y es la norma de sus acciones con relación a la sociedad.
No hay honor sin sacrificio y se opone a la tiranía y al egoismo.
El sacrificio es por la causa santa de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Mayra Wilheim-Camila Bussette-María J.Metrín Turno Mañana
El Honor fuente de todo principio y regulador de la conducta del hombre.
-La moral regla los actos del hombre privado, el honor los del hombre público.
La Moral será el dogma del cristianismo y del hombre privado.
El hombre que no obra con honor no merece el titulo de hombre
No hay honor ni virtud sin sacrificio , siempre que este sacrificio sea en virtud de la búsqueda del bien común, de la patria, y para el cumplimiento de los deberes del buen hombre.
Sebastián Echeverria-Juan Cruz Carini- Turno Noche
8) GLORIAS :
Serán para nosostros glorias legitimas aquellas que hayan sido adquiridaspor la senda del honor, aquellas que no esten manchadas de injusticias, obtenidas a fuerza de heroismo, constancia y sacrificio, aquellas que hayan dejado rastros indelebles de su existencia.
La gloria es la riqueza del grande hombre adquirida con el sudor de su rostro.
Todas las naciones tienen sus grandes hombres, simbolos permanentes de su gloria.
Es el patrimonio más querido de las naciones , porque ella representa toda su ilustración y progreso, toda su riqueza intelectual y material, toda su civilización y poderío.
-Un pueblo que cuenta con glorias legitimas en su historia, es un pueblo grande que tiene porvenir y misión propia.
Victoria Bellomo-Federico Sturba .Turno Mañana
Como ejemplo de un pueblo virtuoso y glorioso citamos al pueblo argentyino porque lucho incansablemente ppoor suidenales de libertad , justicia e independencia debido al sojusgamiengto a la corona española.
Victor Viera-Leonardo Pérez. Turno Noche
9)TRADICIONES
El Pueblo antes de la revolución no tenía ni nombre , ni influencia, después de la revolución aparece el gigante, la soberanía pasó de los opresores a los oprimidos de los reyes, del pueblo nació de repente en las orillas del plata, la DEMOCRACIA, crecerá: Su porvenir es inmenso.
Libertad: Expresar y publicar las ideas sin previa censura , debe garantizar y afianzar los derechos del hombre en la sociedad.
Laura Duarte-Gabriela Rottchen- Turno Mañana.
9)TRADICIONES
El Pueblo antes de la revolución no tenía ni nombre , ni influencia, después de la revolución aparece el gigante, la soberanía pasó de los opresores a los oprimidos de los reyes, del pueblo nació de repente en las orillas del plata, la DEMOCRACIA, crecerá: Su porvenir es inmenso.
Libertad: Expresar y publicar las ideas sin previa censura , debe garantizar y afianzar los derechos del hombre en la sociedad.
Laura Duarte-Gabriela Rottchen- Turno Mañana.
Entendemos que el pueblo debe involucrarse en los nuevos cambios, al separarse de los brazos de esapaña, debe prepararse a completar y perfeccionar, enriquecer , poner en armonía la razón pública.
Añ pasar el pueblo a ser soberano, y con su basta experiencia dbe emprender un nuevo progreso, basado en las experiencias de sus padres, como bien dice "continuar" enriqueciendo.
Alexis Alfonzo-Alexis Zapico--Turno Noche.
Añ pasar el pueblo a ser soberano, y con su basta experiencia dbe emprender un nuevo progreso, basado en las experiencias de sus padres, como bien dice "continuar" enriqueciendo.
Alexis Alfonzo-Alexis Zapico--Turno Noche.
10) INDEPENDENCIA
Revolución , 2 Ideas, Estacionaria, Status Quo, Tradiciones del Pasado
Reformada , Progresiva, Espiritu Moderno
Tienen sus representantes desiguales , los cuales producen la revolución.
America Libre , trabada por los legados de España.
" Nuevo Orden Politico , nuevos elementos para constituirlo.
La desigualdad de clases no podrá fraternizar con los principios de la democracia.
España embuia a América en el dogma del respecto ciego a la tradición y la autoridad a la obediencia y superstición.
Nos dividía en cuerpos , jerarquías, profesiones, gremios, y ponía al frente sus leyes, clero , nobleza.
Pero la idea de Democracia intentaba nivelar las condiciones, decía que todos son unos , que todos son iguales en derechos y que solo la probidad, el talento y el ingenio engendran supremacia. Por esto para lograr emanciparnos de las tradiciones añejas, necesitamos una reforma radical en nuestras costumbres.
Democracia: es el progreso , la acción, innovación, y el ejercicio constante de todas las facultades del hombre, todos son unos, el hombre = de derechos.
Algieri-Beca Sureda-Turno Mañana
La América Rev. envuelta todavia en los pañales de lo que fue su madrasta.
España nos embuia en el Dogma del respeto ciego de la tradición de ciertas doctrinas. La Filosofía moderna proclama la Independencia razón.
La idea de Democracia nivela las condiciones , todos son uno. Ser derechos, solo el talento e ingenio engendran supremacía. Debemos emanciparnos de las tradiciones añejas y tenemos que tener costumbres para la educación y costumbres.
Leandro Arrieta-Darío Simoni-Turno Noche
11) EMANCIPACION
Que buscaba un cambio através del pensamiento de Dios, que sostenía la igualdad de todos.
La política pretendía una democracia organizada y que todos sus integrantres fueran libres e iguales.
La Providencia busca el pensamiento individual y pensamiento social
La Emancipación del espíritu americano se resumen en dos problemas , Emancipación Politica y Social.
En la emancipación social de la patria esta vinculada su libertad y la sociedad americana.
La Emancipación social americana solo podrá conseguirse repudiando la herencia que nos dejó España.
Gabriela Arrúa--Walter Rodriguez-- Adriana Ghi. Turno Mañana
Proponían un cambio desde el punto de vista religioso (DIOS) , que sostenía la igualdad entre los individuos.
En la emancipàción social de la patria está vinculada su libertad.
La emancipación social americana solo podrá conseguirse repudiando la herencia que nos dejó España y concientizando toda la acción de nuestras facultades a fin de construir la sociabilidad americana.
La sociabilidad de un pueblo se compone de todos los elementos de la civilización de lo político, filosófico, religioso, científico, artístico e industrial.
La política americana tiende a organizar la democracia, igualdad y libertad (principios de independencia) esto consideramos el párrafo más importante.
Johhana Britez--G: Meliguero--Turno Noche
12) ORGANIZACION
La democracia parte de un hecho necesario, es decir la igualdad de clases, y marcha con paso firme hacia la conquista del reino de la libertad mas amplia, de la libertad individual, civil y politica.
La democracia no es una forma de gobierno , sino la esencia misma de todos los gobiernos republicanos o instituidos por todos para el bien de la comunidad o de la asociación . La democracia es el regimen de la libertad fundado sobre la igualdad dde las clases.
La Democracia es el gobierno de las mayorias, o el consentimiento uniforme de la razón de todos obrando para la creación de la ley y para decidir soberanamente sobre todo aquello que interesa a la asociación.
Alejo Castiglione--Federico Muzzopappa--Joaquin Canuudas Ribo. Turno Mañana
Igualdad y la Libertad son los ejes centrales de ,a Democraciaz, esta parfte de un hecho necesario, es decir, la igualdad de clases, y marcha con pasos firmes que implican la libertad individual , civil y politica
La democracia no es una forma de gobierno, sinó la esencia misma de todos los gobiernos. La Democracia es fundamental para decidir soberanamente sobre todo aquello que interesa a la Sociedad, es decir , constituye la soberanía del pueblo -
La Soberania se a establecido para wel buien de todos , ella es el fondo comun de todos los intereses individuales
Yesica Baello-Alan Games-Natalia del Bono-Sebastian Ríos. Turno Noche
13 CONFRATERNIDAD
Turno Mañana no lo trabajó
Para que una sociedad se organice hace falta una luz que guie el camino. Aquella luz está compuesta de principios que aúnen , que fraternice a todos los individuos. Sin esto reinaría la anarquía en todos los ámbitos, social, politico, cultural
Debora Galán--Zulma Soria. Turno Noche
14) FUSION
Se consideran herederos de la revolución y continuadores del pensamiento de Mayo. Caminaban hacia la democracia, con igualdad y libetad como idea fundamental. El único medio de la realización completa de esta igualdad de clases sería que todas las instituciones sociales se dirigen al fuin intelectual , físico y moral s de la clase mas numerosa y más pobre. Cualquier política , filosofía, o religión que no se encaminara a la dmocracia será desechada, ya que esta sería el foco de fusión de todas las doctrinas progresivas. la soberanía solo reside en el pueblo: Todo para el pueblo y por la razón del pueblo"
Victoria Martire--Ludmila Mercado. Turno Mañana
Fusión: Según el texto es la intención de introducir las doctrinas europeas en el desarrollo del gobierno argentino.
Podemos deducir al leer el artículo que las ideologías europeas se basan en gonbernar en un grupo reducido, el más idóneo posible, lo observamos en frases,como "el sufragio universal es absurdo o como "todo para el pueblo y por la razón del pueblo", aclarando que no es suya el pensamiento ultrademocrático"pediremos luces a la inteligencia europea"
Marcelo Aparicio--Tamara Moruzzo-Rocio García .Turno Noche
15)ABNEGACION
Abnegación es reconcoer el pasado ya que no debe quedar en el olvido , ahi estan los resultados, la historia sobre fundamentos incorruptibles debe ser organizada toda reputacoión , todo título, todo juicio historico, porque en todos los periodos, todos los hombres comprendidos en el esñacio de revolución han hecho bienes y males a las causas del progreso americana. La gloria es d sus grandes hombres, aunque tenemos pocos constituye ekl payrimonio de la patria y no la repudiamos
Federico Soto -Fernando Pereyra. Turno Mañana
Dicho significado hace referencia a la voluntad de renunciar a ideas propias por un bien mayor, que es el de todos, es una resignación, un sacrificio de intereses personales para consolidar nuevas bases mejorando las anteriores.
Esto se plantea en la etapa de anarquia que antecedió a la firma de la Constitución de 1853 que dio fin dicha epoca de conflictos internos y planteó un futuro promisorio para el pais.
Agustina terrile-Martin Terrile-Mario Alonso-Juan Jelavic-Paula Cruz. Turno Noche.
America Libre , trabada por los legados de España.
" Nuevo Orden Politico , nuevos elementos para constituirlo.
La desigualdad de clases no podrá fraternizar con los principios de la democracia.
España embuia a América en el dogma del respecto ciego a la tradición y la autoridad a la obediencia y superstición.
Nos dividía en cuerpos , jerarquías, profesiones, gremios, y ponía al frente sus leyes, clero , nobleza.
Pero la idea de Democracia intentaba nivelar las condiciones, decía que todos son unos , que todos son iguales en derechos y que solo la probidad, el talento y el ingenio engendran supremacia. Por esto para lograr emanciparnos de las tradiciones añejas, necesitamos una reforma radical en nuestras costumbres.
Democracia: es el progreso , la acción, innovación, y el ejercicio constante de todas las facultades del hombre, todos son unos, el hombre = de derechos.
Algieri-Beca Sureda-Turno Mañana
La América Rev. envuelta todavia en los pañales de lo que fue su madrasta.
España nos embuia en el Dogma del respeto ciego de la tradición de ciertas doctrinas. La Filosofía moderna proclama la Independencia razón.
La idea de Democracia nivela las condiciones , todos son uno. Ser derechos, solo el talento e ingenio engendran supremacía. Debemos emanciparnos de las tradiciones añejas y tenemos que tener costumbres para la educación y costumbres.
Leandro Arrieta-Darío Simoni-Turno Noche
11) EMANCIPACION
Que buscaba un cambio através del pensamiento de Dios, que sostenía la igualdad de todos.
La política pretendía una democracia organizada y que todos sus integrantres fueran libres e iguales.
La Providencia busca el pensamiento individual y pensamiento social
La Emancipación del espíritu americano se resumen en dos problemas , Emancipación Politica y Social.
En la emancipación social de la patria esta vinculada su libertad y la sociedad americana.
La Emancipación social americana solo podrá conseguirse repudiando la herencia que nos dejó España.
Gabriela Arrúa--Walter Rodriguez-- Adriana Ghi. Turno Mañana
Proponían un cambio desde el punto de vista religioso (DIOS) , que sostenía la igualdad entre los individuos.
En la emancipàción social de la patria está vinculada su libertad.
La emancipación social americana solo podrá conseguirse repudiando la herencia que nos dejó España y concientizando toda la acción de nuestras facultades a fin de construir la sociabilidad americana.
La sociabilidad de un pueblo se compone de todos los elementos de la civilización de lo político, filosófico, religioso, científico, artístico e industrial.
La política americana tiende a organizar la democracia, igualdad y libertad (principios de independencia) esto consideramos el párrafo más importante.
Johhana Britez--G: Meliguero--Turno Noche
12) ORGANIZACION
La democracia parte de un hecho necesario, es decir la igualdad de clases, y marcha con paso firme hacia la conquista del reino de la libertad mas amplia, de la libertad individual, civil y politica.
La democracia no es una forma de gobierno , sino la esencia misma de todos los gobiernos republicanos o instituidos por todos para el bien de la comunidad o de la asociación . La democracia es el regimen de la libertad fundado sobre la igualdad dde las clases.
La Democracia es el gobierno de las mayorias, o el consentimiento uniforme de la razón de todos obrando para la creación de la ley y para decidir soberanamente sobre todo aquello que interesa a la asociación.
Alejo Castiglione--Federico Muzzopappa--Joaquin Canuudas Ribo. Turno Mañana
Igualdad y la Libertad son los ejes centrales de ,a Democraciaz, esta parfte de un hecho necesario, es decir, la igualdad de clases, y marcha con pasos firmes que implican la libertad individual , civil y politica
La democracia no es una forma de gobierno, sinó la esencia misma de todos los gobiernos. La Democracia es fundamental para decidir soberanamente sobre todo aquello que interesa a la Sociedad, es decir , constituye la soberanía del pueblo -
La Soberania se a establecido para wel buien de todos , ella es el fondo comun de todos los intereses individuales
Yesica Baello-Alan Games-Natalia del Bono-Sebastian Ríos. Turno Noche
13 CONFRATERNIDAD
Turno Mañana no lo trabajó
Para que una sociedad se organice hace falta una luz que guie el camino. Aquella luz está compuesta de principios que aúnen , que fraternice a todos los individuos. Sin esto reinaría la anarquía en todos los ámbitos, social, politico, cultural
Debora Galán--Zulma Soria. Turno Noche
14) FUSION
Se consideran herederos de la revolución y continuadores del pensamiento de Mayo. Caminaban hacia la democracia, con igualdad y libetad como idea fundamental. El único medio de la realización completa de esta igualdad de clases sería que todas las instituciones sociales se dirigen al fuin intelectual , físico y moral s de la clase mas numerosa y más pobre. Cualquier política , filosofía, o religión que no se encaminara a la dmocracia será desechada, ya que esta sería el foco de fusión de todas las doctrinas progresivas. la soberanía solo reside en el pueblo: Todo para el pueblo y por la razón del pueblo"
Victoria Martire--Ludmila Mercado. Turno Mañana
Fusión: Según el texto es la intención de introducir las doctrinas europeas en el desarrollo del gobierno argentino.
Podemos deducir al leer el artículo que las ideologías europeas se basan en gonbernar en un grupo reducido, el más idóneo posible, lo observamos en frases,como "el sufragio universal es absurdo o como "todo para el pueblo y por la razón del pueblo", aclarando que no es suya el pensamiento ultrademocrático"pediremos luces a la inteligencia europea"
Marcelo Aparicio--Tamara Moruzzo-Rocio García .Turno Noche
15)ABNEGACION
Abnegación es reconcoer el pasado ya que no debe quedar en el olvido , ahi estan los resultados, la historia sobre fundamentos incorruptibles debe ser organizada toda reputacoión , todo título, todo juicio historico, porque en todos los periodos, todos los hombres comprendidos en el esñacio de revolución han hecho bienes y males a las causas del progreso americana. La gloria es d sus grandes hombres, aunque tenemos pocos constituye ekl payrimonio de la patria y no la repudiamos
Federico Soto -Fernando Pereyra. Turno Mañana
Dicho significado hace referencia a la voluntad de renunciar a ideas propias por un bien mayor, que es el de todos, es una resignación, un sacrificio de intereses personales para consolidar nuevas bases mejorando las anteriores.
Esto se plantea en la etapa de anarquia que antecedió a la firma de la Constitución de 1853 que dio fin dicha epoca de conflictos internos y planteó un futuro promisorio para el pais.
Agustina terrile-Martin Terrile-Mario Alonso-Juan Jelavic-Paula Cruz. Turno Noche.
GENERACION DEL 37 / PALABRAS SIMBOLICAS
GENERACION DEL 37
A
fines de la década del treinta, la oposición a Rosas sumaba a
a)
los viejos unitarios,
b)
los federales porteños antirrosistas
c)
y a un nuevo grupo de jóvenes que, por su edad, no habían actuado en la
política revolucionaria. A este grupo se lo conoce como la Generación del '37,
y estaba integrado, entre otros, por Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi,
Vicente Fidel López y Juan María Gutiérrez.
El
26 de junio de 1837, estos jóvenes universitarios fundaron en Buenos Aires el
Salón Literario que funcionó en la librería de Marcos Sastre. Allí debatían
temas culturales, políticos, teorías sociales y filosóficas. Inspirados en las
ideas socialistas de Saint Simon y en el romanticismo liberal francés,
publicaron distintos periódicos en los que difundían sus proyectos.
Si
bien en un principio este grupo buscaba comprender a Rosas y se veía a sí mismo
como una guía que conduciría al país hacia los ideales de la organización y la
democracia, muy pronto se enfrentaron abiertamente con el gobernador y se
volcaron a la oposición.
Luego
de la caída del régimen rosista, estos intelectuales -y sobre todo, Juan
Bautista Alberdi- jugaron un papel fundamental en la organización de la nación.
"Una nación -había dicho Alberdi- no es una nación sino por la conciencia
profunda y reflexiva de los elementos que la constituyen." Y añadía:
"Es preciso, pues, conquistar una filosofía para llegar a una
nacionalidad".
A
partir de 1838, la censura y las persecuciones llevaron a estos jóvenes a
emigrar a Montevideo, Chile o Europa; desde esos lugares, continuaron
trabajando con el objetivo de terminar con la oposición entre unitarios y
federales, y organizar institucionalmente el país.
OBRAS
Juan Bautista Alberdi Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (1837).
Juan Bautista Alberdi Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho (1837).
Domingo
Faustino Sarmiento Mi Defensa (1843); Facundo o civilización y barbarie en las
pampas argentinas (1845); Viajes en Europa, África y América (1849); Educación
popular (1849); Recuerdos de provincia (1850).
Esteban
Echeverría , Rimas (incluye el famoso poema "La Cautiva", (1837);
Ojeada retrospectiva (1837); Dogma Socialista (1837); El Matadero (1838).
Vicente Fidel López Vindicación de la República Argentina en su revolución y en
sus guerras civiles (1841);
Memoria sobre los resultados generales con que
los pueblos antiguos han contribuido a la civilización (1845).
PALABRAS SIMBÓLICAS
PALABRAS SIMBÓLICAS
1.—Asociación.2.—Progreso. 3.—Fraternidad.
4.—Igualdad.
5.—Libertad.
6.—Dios, centro y periferia de nuestra
creencia religiosa: el cristianismo su ley.
7.—El
honor y el sacrificio, móvil y norma de nuestra conducta social.
8.—Adopción
de todas las glorias legítimas,
tanto individuales como colectivas de la revolución;
menosprecio de toda reputación usurpada e ilegítima.
9.—Continuación
de las tradiciones progresivas de la
Revolución de Mayo.
10.—Independencia de las tradiciones
retrógadas que nos subordinan al antiguo régimen.
11.—
Emancipación del espíritu americano.
12.—Organización
de la patria sobre la base democrática.
13.—Confraternidad de principios.14.—
Fusión de todas las doctrinas progresivas en un centro unitario.
15.—
Abnegación de las simpatías que puedan ligarnos a las dos grandes facciones que
se han disputado el poderío durante la revolución.
1.
ASOCIACIÓN
La sociedad es un hecho estampado en
las páginas de la historia, y la educación necesaria que la Providencia impuso
al hombre para el libre ejercicio y pleno desarrollo de sus facultades, al
darle por patrimonio el Universo. —Ella es el vasto teatro en donde su poder se
dilata, su inteligencia se nutre, y sucesivamente aparecen los partos de su
incansable actividad.
Sin asociación no hay progreso, o
más bien ella es la condición forzosa de toda civilización y de todo progreso.
Trabajar para que se difunda y
esparza entre todas las clases el espíritu de asociación, será poner las manos
en la grande obra del progreso y civilización de nuestra patria.
No puede existir verdadera
asociación sino entre iguales. La desigualdad engendra odios y pasiones que
ahogan la confraternidad y relajan los vínculos sociales.
Para extender la órbita de la
asociación, y al mismo tiempo robustecerla y estrecharla, es preciso nivelar
las individualidades sociales, o poner su conato en que se realice la igualdad.
Para que la asociación corresponda
ampliamente a sus fines, es necesario organizarla y constituirla de modo que no
se choquen ni dañen mutuamente los intereses sociales y los intereses
individuales, o combinar entre s í estos dos elementos:—el elemento social y el
individual, la patria y la independencia del ciudadano. En la alianza y armonía
de estos dos principios estriba todo el problema de la ciencia social.
El derecho del hombre y el derecho
de la asociación son igualmente legítimos.
La política debe encaminar sus
esfuerzos a asegurar por medio de la asociación a cada ciudadano su libertad y
su individualidad.
La sociedad debe poner a cubierto
la independencia individual de todos sus miembros, como todas las individualidades
están obligadas a concurrir con sus fuerzas al bien de la patria.
La sociedad no debe absorber al
ciudadano, o exigirle el sacrificio absoluto de su individualidad. El interés
social tampoco permite el predominio exclusivo de los intereses individuales,
porque entonces la sociedad se disolvería, no estando sus miembros ligados
entre sí por vínculo alguno común.
La voluntad de un pueblo o de una
mayoría no puede establecer un derecho atentatorio del derecho individual, porque
no hay sobre la tierra autoridad alguna absoluta, porque ninguna es órgano
infalible de la justicia suprema, y porque más arriba de las leyes humanas está
la ley de la conciencia y de la razón.
Ninguna autoridad legítima impera
sino en nombre del derecho, de la justicia y de la verdad. A la voluntad
nacional, verdadera conciencia pública, toca interpretar y decidir
soberanamente sobre lo justo, lo verdadero y lo obligatorio —he aquí el dominio
de la ley positiva.
Pero más allá de esa ley, y en otra
esfera más alta, existen los derechos del hombre, que, siendo la basa y la
condición esencial del orden social, se sobreponen a ella y la dominan.
Ninguna mayoría, ningún partido o
asamblea, tiene derecho para establecer una ley que ataque las leyes naturales
y los principios con-servadores de la sociedad, y que ponga a merced del
capricho de un hombre la seguridad, la libertad y la vida de todos.
El pueblo que comete este atentado
es insensato o al menos estúpido; porque usa de un derecho que no le pertenece,
porque vende lo que no es suyo, —la libertad de los demás; porque se vende a sí
mismo, no pudiendo hacerlo, y se constituye esclavo, siendo libre por la ley de
Dios y de su naturaleza.
La voluntad de un pueblo jamás
podrá sancionar como justo, lo que es esencialmente injusto.
Alegar razones de estado para
cohonestar la violación de estos derechos, es introducir el maquiavelismo, y
sujetar de hecho a los hombres al desastroso imperio de la fuerza y de la
arbitrariedad.
La salud del pueblo no estriba en
otra cosa, sino en el religioso e inviolable respeto de los derechos de todos y
cada uno de los miembros que lo componen.
Para ejercer derechos sobre sus
miembros, la sociedad debe a todos justicia, protección igual, y leyes que
aseguren su persona, sus bienes y su libertad. Ella se obliga a ponerlos a
cubierto de toda injusticia o violencia; a tener a raya, para que no se dañen
sus pasiones recíprocas; a proporcionarles medios de trabajar sin estorbo alguno, en su propio bienestar, sin perjuicio del de los otros; a poner a cada uno bajo la salvaguardia de todos, para que pueda gozar pacíficamente de lo que posee o ha adquirido con su trabajo, su industria o sus talentos.
La potestad social que no hace esto; que en vez de fraternizar, divide; que siembra la desconfianza y el encono; que atiza el espíritu de partido y las venganzas; que fomenta la perfidia, el espionaje y la delación, y tiende a convertir la sociedad en un enjambre de delatores, de verdugos y de víctimas; es una potestad inicua, inmoral y abominable.
La institución del Gobierno no es útil, moral y necesaria, sino en cuanto propende a asegurar a cada ciudadano sus imprescriptibles derechos y principalmente su libertad.
La perfección de la asociación está en razón de la libertad de todos y de cada uno. Para conseguirla es preciso predicar fraternidad, desprendimiento, sacrificio mutuo entre los miembros de una misma familia. Es necesario trabajar para que todas las fuerzas individuales, lejos de aislarse y reconcentrarse en su egoísmo, concurran simultáneamente y colectivamente a un fin único: —al progreso y engrande- cimiento de la nación.
El predominio de la individualidad
nos ha perdido. Las pasiones egoístas han sembrado la anarquía en el suelo de
la libertad, y esterilizado sus frutos: —de aquí resulta el relajamiento de los
vínculos sociales: —que el egoísmo está entrañado en todos los corazones y muestra
en todas partes, su aspecto deforme y ominoso: —que los corazones no palpitan
al son de la mismas palabras, y a la vista de los mismos símbolos: —que las
inteligencias no están unidas por una creencia común en la patria, en la
igualdad, en la fraternidad y la libertad.
¿Cómo reanimar esta sociedad en
disolución? ¿Cómo hacer predominar el elemento sociable del corazón humano, y
salvar la patria y la civilización? —El remedio sólo existe en el espíritu de
asociación.
Asociación, progreso, libertad,
igualdad, fraternidad, términos correlativos de la gran síntesis social y
humanitaria: —símbolos divinos del venturoso porvenir de los pueblos y de la
humanidad.
La libertad no puede realizarse
sino por medio de la igualdad, y la igualdad sin el auxilio de la asociación o
del concurso de todas las fuerzas individuales encaminadas a un objeto único,
indefinido, —el progreso continuo; —fórmula fundamental de la filosofía del
decimonoveno siglo.
Aquella organización social será
más perfecta, que ofrezca mayores garantías al desarrollo de la igualdad y de
la libertad, y de mayor ensanche al ejercicio libre y armónico de las
facultades humanas: —aquel gobierno será mejor, que tenga más analogía con
nuestras costumbres y nuestra condición social.
El camino para llegar a la libertad
es la igualdad; la igualdad y la libertad son los principios engendradores de
la Democracia.
La Democracia es por consiguiente
el régimen que nos conviene, y el único realizable entre nosotros. Preparar los elementos para
organizar y constituir la democracia que existe en germen en nuestra sociedad:
—he aquí también nuestra misión.
La asociación de la Joven
Generación Argentina, representa en su organización provisoria el porvenir de
la nación Argentina: —su misión es esencialmente orgánica. Ella procurará
derramar su espíritu y su doctrina; —extender el círculo de sus tendencias
progresivas; —atraer los ánimos a la grande asociación nacional uniformando las
opiniones, y concentrándolas en la patria y en los principios de la igualdad,
de la libertad y de la fraternidad de todos los hombres.
Ella trabajará en conciliar y poner
en armonía el ciudadano y la patria, el individuo y la asociación; y en
preparar los elementos de la organización de la nacionalidad Argentina sobre el
principio democrático.
Ella en su institución definitiva,
procurará hermanar las dos ideas fundamentales de la época: —patria y
humanidad, y hacer que el movimiento progresivo de la nación marche conforme
con el movimiento progresivo de la grande asociación humanitaria.
2.
PROGRESO
"La humanidad es como un
hombre que vive siempre, y progresa constantemente". —Ella con un pie
asentado en el presente y otro extendido hacia el porvenir, marcha sin
fatigarse, como impelida por el soplo de Dios, en busca del Edén prometido a
sus esperanzas.
Cielo, tierra, animalidad,
humanidad, el universo entero tiene una vida que se desarrolla y se manifiesta
en el tiempo por una serie de generaciones continuas: —esta ley de desarrollo
se llama la ley del progreso.
Así como el hombre, los seres
orgánicos, y la naturaleza; los pueblos también están en posesión de una vida
propia, cuyo desenvolvimiento continuo constituye su progreso; porque la vida
no es otra cosa en todo lo creado, que el ejercicio incesante de la actividad.
Todas las asociaciones humanas
existen por el progreso y para el progreso, y la civilización misma no es otra
cosa que el testimonio indeleble del progreso humanitario.
Todos los conatos del hombre y de
la sociedad se encaminan a procurarse el bienestar que apetecen.
El bienestar de un pueblo está en
relación, y nace de su progreso.
"Vivir conforme a la ley de su
ser, es el bienestar. Sólo por medio del ejercicio libre y armónico de todas
sus facultades, pueden los hombres y los pueblos alcanzar la aplicación más
extensa de esta ley".
Un pueblo que no trabaja por
mejorar de condición, no obedece a la ley de su ser.
La revolución para nosotros es el
progreso. La América, creyendo que podía mejorar de condición se emancipó de la
España: desde entonces entró en las vías del progreso.
Progresar es civilizarse, o encaminar la
acción de todas sus fuerzas al logro de su bienestar, o en otros términos a la
realización de la ley de su ser.
La Europa es el centro de la
civilización de los siglos y del progreso humanitario.
La América debe por consiguiente
estudiar el movimiento progresivo de la inteligencia europea; pero sin
sujetarse ciegamente a sus influencias. El libre examen, y la elección tocan de
derecho y son el criterio de una razón ilustrada. Ella debe apropiarse todo lo
que pueda contribuir a la satisfacción de sus necesidades: debe, para conocerse
y alumbrarse en su carrera, caminar con la antorcha del espíritu humano.
Cada Pueblo tiene su vida y su
inteligencia propia. "Del desarrollo y ejercicio de ella, nace su misión
especial; la cual concurre al lleno de la misión general de la humanidad. Esta
misión constituye la nacionalidad. La nacionalidad es sagrada".
Un pueblo que esclaviza su
inteligencia a la inteligencia de otro pueblo, es estúpido y sacrílego.
Un pueblo que se estaciona y no
progresa, no tiene misión alguna, ni llegará jamás a constituir su
nacionalidad.
Cuando la inteligencia americana se
haya puesto al nivel de la inteligencia europea, brillará el sol de su completa
emancipación.
3.
FRATERNIDAD — 4. IGUALDAD — 5. LIBERTAD
"La fraternidad humana es el
amor mutuo, o aquella disposición generosa que inclina al hombre a hacer a los
otros lo que quisiera que se hiciese con él".
Cristo la divinizó con su sangre, y los
profetas la santificaron con el martirio.
Pero el hombre entonces era débil,
porque vivía para sí y solo consigo. La humanidad o la concordia de la familia
humana, concurriendo a idéntico fin, no existía.
Los tiranos y egoístas fácilmente
ofuscaron con su soplo mortífero la luz divina de la palabra del Redentor, y
pusieron, para reinar, en la luz divina de la palabra del Redentor, y pusieron,
para reinar, en lucha al padre con el hijo, al hermano con el hermano, la
familia con la familia.
Ciego el hombre y amurallado en su
yo creyó justo sacrificar a sus pasiones el bienestar de los demás, y los
pueblos y los hombres se hicieron guerra y se despedazaron entre sí como fieras.
"Por la ley de Dios y de la
humanidad todos los hombres son hermanos. Todo acto de egoísmo es un atentado a
la fraternidad humana".
El egoísmo es la muerte del alma.
El egoísta no siente amor, ni caridad, ni simpatía por sus hermanos. Todos sus
actos se encaminan a la satisfacción de su yo; todos sus pensamientos y
acciones giran en torno de su yo; y el deber, el honor y la justicia son
palabras huecas y sin sentido para su espíritu depravado.
El egoísmo se diviniza y hace de su
corazón el centro del universo.
El egoísmo encarnado son todos los
tiranos.
Es del deber de todo hombre que
conoce su misión, luchar cuerpo a cuerpo con él hasta aniquilarlo.
La fraternidad es la cadena de oro
que debe ligar todos los corazones puros y verdaderamente patriotas: sin esto
no hay fuerza, ni unión, ni patria.
Todo acto, toda palabra que tienda
a relajar este vínculo, es un atentado contra la patria y la humanidad.
Echemos un velo de olvido sobre los
errores de nuestros pasados; el hombre es falible. Pongamos en balanza justa
sus obras, y veamos lo que hubiéramos hecho en circunstancias idénticas. Lo que
somos y lo que seremos en el porvenir, a ellos se lo debemos. Abramos el
santuario de nuestros corazones a los que merecieron bien de la patria y se
sacrificaron por ella.
Los egoístas y malvados tendrán su
merecido; el juicio de la posteridad los espera. —La divisa de la nueva
generación, es fraternidad.
"Por la ley de Dios y de la humanidad, todos los hombres son
iguales". Para que la igualdad se realice, es preciso que los hombres se
penetren de sus derechos y obligaciones mutuas.
La Igualdad consiste en que esos
derechos y deberes sean igualmente admitidos y declarados por todos, en que
nadie pueda substraerse a la acción de la ley que los formula, en que cada
hombre participe igualmente del goce proporcional a su inteligencia y trabajo.
Todo privilegio es un atentado a la igualdad.
No hay igualdad, donde la clase
rica se sobrepone, y tiene más fueros que las otras.
Donde cierta clase monopoliza los
destinos públicos.
Donde el influjo y el poder
paraliza para los unos la acción de la ley, y para los otros la robustece.
Donde sólo los partidos, no la
nación son soberanos.
Donde las contribuciones no están
igualmente repartidas, y en proporción a los bienes e industria de cada uno.
Donde la clase pobre sufre sola las
cargas sociales más penosas, como la milicia, etc.
Donde el último satélite del poder
puede impunemente violar la seguridad y la libertad del ciudadano.
Donde las recompensas y empleos no
se dan al mérito probado por hechos.
Donde cada empleado es un mandarín,
ante quien debe inclinar la cabeza el ciudadano.
Donde los empleados son agentes
serviles del poder, no asalariados y dependientes de la nación.
Donde los partidos otorgan a su
antojo títulos y recompensas.
Donde no tienen merecimientos el
talento y la probidad, sino la estupidez rastrera y la adulación.
Es también atentatorio a la
igualdad, todo privilegio otorgado a corporación civil, militar o religiosa,
academia o universidad; toda ley excepcional y de circunstancias.
La sociedad o el poder que la
representa, debe a todos sus miembros igual protección, seguridad, libertad: si
a unos se la otorga y a otros no, hay desigualdad y tiranía.
La potestad social no es moral ni
corresponde a sus fines, si no protege a los débiles, a los pobres y a los
menesterosos, es decir, si no emplea los medios que la sociedad ha puesto en su
mano, para realizar la igualdad.
La igualdad está en relación con
las luces y el bienestar de los ciudadanos.
Ilustrar las masas sobre sus
verdaderos derechos y obligaciones, educarlas con el fin de hacerlas capaces de
ejercer la ciudadanía y de infundirlas la dignidad de hombres libres,
protegerlas y estimularlas para que trabajen y sean industriosas,
suministrarles los medios de adquirir bienestar e independencia: —he aquí el
modo de elevarlas a la igualdad.
La única jerarquía que debe existir
en una sociedad democrática, es aquella que trae su origen de la naturaleza, y
es invariable y necesaria como ella.
El dinero jamás podrá ser un
título, si no está en manos puras, benéficas y virtuosas. Una alma estúpida y
villana, un corazón depravado y egoísta, podrán ser favorecidos de la fortuna;
pero ni su oro, ni los inciensos del vulgo vil, les infundirán nunca lo que la
naturaleza les negó, —capacidad y virtudes republicanas.
Dios, inteligencia suprema, quiso
que para tener el hombre el señorío de la creación y sobreponerse a las demás
criaturas, descollase en razón e inteligencia.
La inteligencia, la virtud, la
capacidad, el mérito probado: —he aquí las únicas jerarquías de origen natural
y divino.
La sociedad no reconoce sino el
mérito atestiguado por obras. Ella pregunta al general lleno de títulos y
medallas ¿qué victoria útil a la patria habéis ganado? —Al mandatario y al
acaudalado ¿qué alivio habéis dado a las miserias y necesidades del pueblo? —Al
particular ¿por qué obras habéis merecido respeto y consideración de vuestros
conciudadanos y de la humanidad? —Y a todos en suma ¿en qué circunstancias os
habéis mostrado capaces, virtuosos y patriotas?
Aquel que nada tiene que responder
a estas preguntas, y manifiesta, sin embargo, pretensiones, y ambiciona
supremacía, es un insensato que solo merece lástima o menosprecio.
El problema de la igualdad social,
está entrañado en este principio —"A cada hombre según su capacidad, a
cada hombre según sus obras".
"Por la ley de Dios y de la
humanidad todos los hombres son libres".
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
"La libertad es el derecho que
cada hombre tiene para emplear sin traba alguna sus facultades en el
conseguimiento de su bienestar, y para elegir los medios que puedan servirle a
este objeto".
El libre ejercicio de las
facultades individuales, no debe causar extorsión ni violencia a los derechos
de otro. No hagas a otro lo que no quieras te sea hecho: —la libertad humana no
tiene otros límites.
No hay libertad, donde el hombre no
puede cambiar de lugar a su antojo.
Donde no le es permitido disponer
del fruto de su industria y de su trabajo.
Donde tiene que hacer al poder el
sacrificio de su tiempo y de sus bienes.
Donde puede ser vejado e insultado
por los sicarios de un poder arbitrario.
Donde sin haber violado la ley, sin
juicio previo ni forma de proceso alguno, puede ser encarcelado o privado del
uso de sus facultades físicas o intelectuales.
Donde se le coarta el derecho de
publicar de palabra o por escrito sus opiniones.
Donde se le impone una religión y
un culto distinto del que su conciencia juzga verdadero.
Donde se le puede arbitrariamente
turbar en sus hogares, arrancarle del seno de su familia, y desterrarle fuera
de su patria.
Donde su seguridad, su vida y sus
bienes, están a merced del capricho de un mandatario.
Donde se le obliga a tomar las
armas sin necesidad absoluta, y sin que el interés general lo exija.
Donde se le ponen trabas y
condiciones en el ejercicio de una industria cualquiera, como la imprenta.
6.
DIOS, CENTRO Y PERIFERIA DE NUESTRA CREENCIA RELIGIOSA; EL CRISTIANISMO. SU LEY
La religión natural es aquel
instinto imperioso que lleva al hombre a tributar homenaje a su Creador.
Las relaciones del hombre con Dios
son como las de hijo a padre, de una naturaleza moral. Siendo Dios la fuente
pura de nuestra vida y facultades, de nuestras esperanzas y alegrías, nosotros
en cambio de estos bienes le presentamos la única ofrenda que pudiera apetecer,
el tributo de nuestro corazón.
Pero la religión natural no ha
bastado al hombre, porque careciendo de certidumbre, de vida y de sanción, no
satisfacía las necesidades de su conciencia; y ha sido necesario que las
religiones positivas que apoyan su autoridad sobre hechos históricos, viniesen
a proclamar las leyes que deben regir esas relaciones íntimas entre el hombre y
su Creador.
La mejor de las religiones
positivas es el cristianismo, porque no es otra cosa que la revelación de los
instintos morales de la humanidad.
El Evangelio es la ley de Dios,
porque es la ley moral de la conciencia y de la razón.
El cristianismo trajo al mundo la
fraternidad, la igualdad y la libertad, y rehabilitando al género humano en sus
derechos, lo redimió.
El cristianismo es esencialmente
civilizador y progresivo.
El mundo estaba sumergido en las
tinieblas, y el verbo de Cristo lo iluminó, y del caos brotó un mundo. La
humanidad era un cadáver, y recibió con su soplo la vida y la resurrección.
El Evangelio es la ley de amor, y
como dice el Apóstol Santiago, la ley perfecta, que es la ley de la libertad.
El cristianismo debe ser la religión de las democracias.
Examinadlo todo y escoged lo bueno,
dice el Evangelio; y así ha proclamado la independencia de la razón y la
libertad de conciencia —porque la libertad consiste principalmente en el
derecho de examen y de elección.
Toda religión presupone un culto.
El culto es la parte visible o la manifestación exterior de la religión, como
la palabra es un elemento necesario del pensamiento.
La religión es un pacto tácito
entre Dios y la conciencia humana; —ella forma el vínculo espiritual que une a
la criatura con su Hacedor.
El hombre deberá por consiguiente
encaminar su pensamiento a Dios del modo que lo juzgue más conveniente. Dios es
el único juez de los actos de su conciencia, y ninguna autoridad terrestre debe
usurpar esa prerrogativa divina, ni podrá hacerlo aunque quiera, porque la
conciencia es libre.
Reprimida la libertad de
conciencia, la voz y las manos ejercerán si se quiere automáticamente, las
prácticas de un culto; pero el corazón renegará dentro de s í mismo, y guardará
en su santuario inviolable la libertad.
Si la libertad de conciencia es un
derecho del individuo, la libertad de cultos es un derecho de las comunidades
religiosas.
Reconocida la libertad de
conciencia, sería contradictorio no reconocer también la libertad de cultos, la
cual no es otra cosa que la aplicación inmediata de aquella.
La profesión de las creencias y los
cultos sólo serán libres, cuando no se ponga obstáculo alguno a la predicación
de la doctrina de las primeras, ni a la práctica de los segundos, y cuando los
individuos de cualquier comunión religiosa sean iguales en derechos civiles y
políticos a los demás ciudadanos.
La sociedad religiosa es
independiente de la sociedad civil: aquella encamina sus esperanzas a otro
mundo, ésta las concentra en la tierra: la misión de la primera es espiritual,
la de la segunda temporal.
Los tiranos han fraguado de la
religión cadenas para el hombre, y de aquí ha nacido la impura liga de poder y
el altar.
No incumbe al gobierno reglamentar
las creencias, interponiéndose entre Dios y la conciencia humana, sino escudar
los principios conservadores de la sociedad, y tener bajo su salvaguardia la
moral social.
Si alguna religión o culto tendiesen
pública o directamente, por actos o por escritos, a herir la moral social y
alterar el orden, será del deber del gobierno obrar activamente para reprimir
sus desafueros.
La jurisdicción del gobierno en cuanto
a los cultos, deberá ceñirse a velar para que no se dañen entre sí, ni siembren
el desorden en la sociedad.
El Estado, como cuerpo político, no
puede tener una religión, porque no siendo persona individual, carece de
conciencia propia.
El dogma de la religión dominante es
además injusto y atentatorio a la igualdad, porque pronuncia excomunión social
contra los que no profesan su creencia, y los priva de sus derechos naturales,
sin eximirlos de las cargas sociales.
El principio de la libertad de
conciencia jamás podrá conciliarse con el dogma de la religión del Estado.
Reconocida la libertad de
conciencia, ninguna religión debe declararse dominante, ni patrocinarse por el
Estado: todas igualmente deberán ser respetadas y protegidas, mientras su moral
sea pura, y su culto no atente al orden social.
La palabra tolerancia, en materia
de religión y de cultos, no anuncia sino la ausencia de libertad, y envuelve
una injuria contra los derechos de la humanidad. Se tolera lo inhibido, o lo
malo; un derecho se reconoce y se proclama. El espíritu humano es una esencia
libre; la libertad es un elemento indestructible de su naturaleza, y un don de
Dios.
El Sacerdote es ministro del culto:
el sacerdocio es un cargo público.
La misión del sacerdote es
moralizar, predicar fraternidad, caridad, es decir la ley de paz y de amor —la
ley de Dios.
El sacerdote que atiza pasiones y
provoca venganzas desde la cátedra del Espíritu-Santo, es impío y sacrílego.
Amad a vuestros prójimos como a
vosotros mismos: amad a vuestros enemigos, dice Cristo: —he aquí la palabra del
Sacerdote.
El sacerdote debe predicar
tolerancia, no persecución contra la indiferencia o la impiedad. La fuerza hace
hipócritas, no creyentes, y enciende el fanatismo y la guerra.
"¿Cómo tendrán fe en la
palabra del sacerdote si él mismo no observa la ley? El que dice que conoce a
Dios y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y no hay verdad en él".
"Nosotros no exigimos
obediencia ciega, dice San Pablo, nosotros enseñamos, probamos, persuadimos.
Fides suadenda non imperanda, repite San Bernardo".
La misión del Sacerdote es
exclusivamente espiritual, porque mezclándose a las pasiones e intereses
mundanos, compromete y mancha la santidad de su ministerio, y se acarrea
menosprecio y odio en lugar de amor y veneración.
Los vicarios y ministros de Cristo
no deben ejercer empleo ni revestir autoridad alguna temporal: —Regnum meum non
est de hoc mundo, les ha dicho su divino maestro, y así les ha señalado los
límites del gobierno de su Iglesia.
Los eclesiásticos, como miembros
del Estado, están bajo su jurisdicción, y no pueden formar un cuerpo privilegiado
y distinto en la sociedad. Como los demás ciudadanos estarán sujetos a las
mismas cargas y obligaciones, a las mismas leyes civiles y penales, y a las
mismas autoridades. —Todos los hombres son iguales; sólo el mérito y la virtud
engendran supremacía.
7.
EL HONOR Y EL SACRIFICIO, MÓVIL Y NORMA DE NUESTRA CONDUCTA SOCIAL
La moral regla los actos del hombre
privado: el honor, los del hombre público.
La moral pertenece al fuero de la
conciencia individual, y es la norma de la conducta del hombre con relación a
sí mismo, y a sus semejantes. El honor entra en el fuero de la conciencia del
hombre social, y es la norma de sus acciones con relación a la sociedad.
Existe cierto desacuerdo entre
algunos preceptos evangélicos y la organización actual de las sociedades.
Hay ciertas acciones que la moral
aprueba en el hombre privado y reprueba en el hombre público. Es por lo mismo
necesario adoptar la palabra honor, la cual vulgarmente se aplica al hombre
público que se conduce con honradez y probidad, puesto que ella designa la
moralidad en los actos.
El
honor y la moral son dos términos idénticos que conducen a idéntico resultado.
La moral será el dogma del
cristiano y del hombre privado: el honor, el dogma del ciudadano y del hombre
público.
El hombre de honor no
traiciona los principios.
El hombre de honor es veraz, no
falta a su palabra, no viola la religión del juramento; ama lo verdadero y lo
justo; es caritativo y benéfico.
El hombre de honor no prevarica, tiene rectitud y probidad, no vende sus
favores cuando se halla elevado en dignidad.
El hombre de honor es buen amigo,
no traiciona al enemigo que viene a ponerse bajo su salvaguardia; el hombre de
honor es virtuoso, buen patriota y buen ciudadano.
El hombre de honor detesta la
tiranía porque tiene fe en los principios, y no es egoísta: la tiranía es el
egoísmo encarnado.
El hombre de honor se sacrifica, si
es necesario, por la justicia y la libertad.
No hay honor ni virtud sin
sacrificio; ni habrá lugar al sacrificio permaneciendo en la inacción.
El que no obra cuando el honor lo
llama, no merece el título de hombre.
El que no obra cuando la patria
está en peligro, no merece ser hombre ni ciudadano.
La virtud de las virtudes es la
acción encaminada al sacrificio.
El sacrificio es aquella
disposición generosa del ánimo, que lleva al hombre a consagrar su vida y
facultades, ahogando a menudo las sugestiones de su interés personal y de su
egoísmo, a la defensa de una causa que considera justa; al logro de un bien
común a su patria y a sus semejantes; a cumplir con sus deberes de hombre y de
ciudadano siempre y a pesar de todo; y a derramar su sangre si es necesario
para desempeñar tan alta y noble misión.
Todo hombre, pues, tiene una
misión. Toda misión es obligatoria.
Sólo es digno de alabanza el que
conociendo su misión, está siempre dispuesto a sacrificarse por la patria, y
por la causa santa de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Sólo es acreedor a gloria, el que
trabaja por el progreso y bienestar de la humanidad.
Sólo se granjea respeto y consideraciones,
el que cifra su valer en su capacidad y virtudes.
"Sabéis que aquellos que se
creen mandar a las gentes, se enseñorean de ellas, y los príncipes de ellas
tienen potestad sobre ellas".
"Mas no es así entre vosotros,
antes el que quisiere ser el mayor será vuestro criado".
"Y el que quisiere ser el
primero entre vosotros, será siervo de todos".
"Porque el hijo del hombre no
vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por
muchos" (S. Mateo. Cap. X. v. 42, 45).
La doctrina de Cristo es la
nuestra, porque es la doctrina de salud y redención.
El que quiera sobreponerse, se
sacrificará por los demás.
El que quiera ver ensalzado su
nombre, buscará por pedestal el corazón de sus conciudadanos.
El que ambicione gloria, la
fabricará con la acción intensa de su inteligencia y sus brazos.
La libertad no se adquiere sino a
precio de sangre.
"La libertad es el pan que los
pueblos deben ganar con el sudor de su rostro" (La-Mennais ).
El egoísmo labra para sí, el
sacrificio para los demás.
El sacrificio es el decreto de
muerte de las pasiones egoístas. —Ellas han traído la guerra, los desastres y
la tiranía al suelo de la patria.
Sólo sacrificándolos lograremos
redimirla, emular las virtudes de los que le dieron ser, y conquistar nobles
lauros.
8.
ADOPCIÓN DE TODAS LAS GLORIAS LEGÍTIMAS, TANTO INDIVIDUALES COMO COLECTIVAS DE
LA REVOLUCIÓN; MENOSPRECIO DE TODA REPUTACIÓN USURPADA E ILEGÍTIMA
Sentados y reconocidos los
antecedentes principios, sólo serán para nosotros glorias legítimas, aquellas
que hayan sido adquiridas por la senda del honor; aquellas que no estén
manchadas de iniquidad o injusticia; aquellas obtenidas a fuerza de heroísmo,
constancia y sacrificios; aquellas que hayan dejado, sea en los campos de
batalla, sea en el gabinete, la prensa, o la tribuna, rastros indelebles de su
existencia: aquellas, en suma, que pueda sancionar el incorruptible juicio de
la filosofía.
Hay grandes diferencias entre
gloria y reputación. El que quiere reputación, la consigue. Ella se encuentra
en un título, en un grado, en un empleo, en un poco de oro, en un vaivén del
acaso, en aventuras personales, en la lengua de los amigos y de la lisonja
rastrera.
La reputación es el humo que
ambicionan las almas mezquinas y los hombres descorazonados.
Pero la reputación va a parar a
menudo a un mismo féretro con el que la poseyó, y en un día se convierte en
humo, polvo y nada. En vano grabará la vanidad sobre la lápida que la cubre un
nombre. Ese nombre nadie lo conoce, es un enigma que nadie entiende, es algo
que fue y dejó de ser, como cualquier animal o planta; sin que se sepa para qué
lo vació Dios en el molde del hombre, y estampó en su frente la dignidad de la
razón y la inteligencia.
La gloria es distinta. La gloria es
como planta perenne, cuyo verdor nunca amarillea. La gloria echa raíces tan
profundas, que llegan al corazón de la tierra, y se levanta a las nubes
incontrastable como el cedro del Líbano.
La gloria prende y se arraiga en
todos los corazones: la gloria es el himno perpetuo de alabanza que consagra un
pueblo o la humanidad reconocida al ingenio, a la virtud y al heroísmo.
La gloria es la riqueza del grande
hombre adquirida con el sudor de su rostro.
Grande hombre es aquel que,
conociendo las necesidades de su tiempo, de su siglo, de su país, y confiando
en su fortaleza, se adelanta a satisfacerlas; y a fuerza de tesón y
sacrificios, se labra con la espada o la pluma, el pensamiento o la acción, un
trono en el corazón de sus conciudadanos o de la humanidad.
Grande hombre, es aquel cuya vida
es una serie de hechos y triunfos, de ilusiones y desengaños, de agonías y
deleites inefables, por alcanzar el alto bien prometido a sus esperanzas.
Grande hombre, es aquel cuya
personalidad, es tan vasta, tan intensa y activa, que abraza en su esfera todas
las personalidades humanas, y encierra en sí mismo —en su corazón y cabeza—
todos los gérmenes inteligentes y afectivos de la humanidad.
Grande hombre, es aquel que el dedo
de Dios señala entre la muchedumbre para levantarse y descollar sobre todos por
la omnipotencia de su genio.
El grande hombre puede ser
guerrero, estadista, legislador, filósofo, poeta, hombre científico.
Sólo el genio es supremo después de
Dios. La supremacía del genio constituye su gloria, y el apoteosis de la razón.
El genio es la razón por excelencia.
Toda otra supremacía no es más que
vanidad pueril, ignorancia sin seso. Pero desde la altura donde el genio se
sienta como soberano, hasta la más ínfima grada de la sociedad, hay mil
escalones donde pueden colocarse otras tantas glorias también legítimas, pero
más humildes: hay mil lugares para el hombre de mérito; mil lauros que puede
ambicionar la capacidad, la virtud y el heroísmo, con tal que marchen por la
senda del honor, y lleven siempre al frente de sus pretensiones, el título
legítimo que las sanciona.
Ambición legítima es aquella que se
ajusta a la ley, y marcha a sus fines por la senda que ella traza. Toda otra
ambición, no es más que el frenesí de las más innobles pasiones, cubierto con
la máscara del verdadero mérito.
El que se siente capaz de hacer una
cosa, de llevar a cabo una grande empresa, de ocupar un puesto elevado, debe
ambicionarlo; pero sin hollar la ley ni la justicia, ni emplear los medios
reservados a la incapacidad y la malicia.
La astucia es un instinto que
poseen en alto grado los hombres que carecen de inteligencia, y el cual emplean
sin rubor para llegar a sus depravados fines.
La virtud y la capacidad marchan a
cara descubierta: la hipocresía y la estupidez se la cubren.
No hay gloria individual legítima,
sin estas condiciones. —En este crisol pondremos la reputación de nuestras
notabilidades revolucionarias; en esta balanza las pesaremos; con esta medida
mediremos, y con ella queremos ser medidos.
Hemos entrado recién en la vía del
progreso: estamos al principio de un camino que nos proponemos andar; no
tenemos ni gloria, ni dignidad, nada poseemos. Cuando hayamos concluido nuestra
carrera, estaremos prontos a aparecer ante el tribunal de las generaciones
venideras, y a que se pesen nuestras obras en la misma balanza donde nosotros
pesaremos las de la generación pasada.
Contados son, en nuestra opinión,
los hombres que han merecido la reputación y honores que les ha tributado el
entusiasmo de la opinión y de los partidos. Nos reservamos hacer un inventario
de sus títulos, y colocarlos en su verdadero pedestal. ¿Dónde irán a parar
entonces todas esas reputaciones tradicionales? ¿todos esos grandes hombres
raquíticos? ¿todos esos pigmeos que la ignorancia y la vanidad han hecho
colosos?
Difícil es discernir el verdadero
mérito de los hombres públicos, cuando la opinión general no lo sanciona, sino
lo proclaman las pasiones e intereses de sus partidarios. Nosotros que no hemos
tenido todavía vida pública ni pertenecido a ningún partido; que no hemos
contaminado nuestras almas con las iniquidades ni torpezas de la guerra civil;
nosotros somos jueces competentes para conocerlo a fondo y dar a cada cual
según sus obras; y lo haremos sin consideraciones ni reticencias.
Todas las naciones tienen sus
grandes hombres, símbolos permanentes de su gloria.
La gloria de sus grandes hombres es
el patrimonio más querido de las naciones, porque ella representa toda su
ilustración y progreso, toda su riqueza intelectual y material, toda su
civilización y poderío.
¡Feliz
la nación que cuenta entre sus hijos muchos grandes hombres!
Nosotros tenemos pocos, pero su
gloria constituye el patrimonio de la patria, y no la repudiaremos.
La única gloria que puede legitimar
la filosofía en el soldado, es aquella conquistada en los campos de batalla,
luchando por la causa de la independencia y la libertad de su patria. Vosotros, militares que os
envanecéis con llevar en vuestros hombros insignias y en vuestro pecho
medallas, miradlas bien no estén salpicadas de sangre fratricida; ruborizaos y
arrojadlas, si as í fuere; vuestra gloria es entonces hija de maldición.
La única gloria que puede legitimar
la filosofía en el magistrado, el legislador o el estadista, es aquella que se
muestra pura y deja rastros permanentes de sabiduría, de razón e inteligencia.
Vosotros, legisladores, estadistas,
magistrados, que os llenáis de orgullo porque os sentasteis en la silla del
poder y la turba repitió vuestro nombre, ved primero si fuisteis acreedores a
aquella dignidad, y si vuestras obras y pensamientos han sido de alguna
utilidad a la patria.
La única
gloria que puede legitimar la filosofía, en el pensador, en el literato o el
escritor, es aquella que ilustra y civiliza, que extiende la esfera del saber
humano y que graba en diamante con el buril del genio sus obras inmortales.
Vosotros, literatos, escritores y
pensadores, que os vanagloriáis tanto de vuestro saber y del incienso que os
prodiga la ciega muchedumbre, mostradnos los títulos de vuestras obras, los
partos de vuestro ingenio, el tesoro de vuestra ciencia y la sabiduría de
vuestra doctrina; mostradla pronto, que andamos desvalidos y descaminados por
falta de luz; sed caritativos, por Dios, con vuestros hermanos. Miraos bien, no
enterréis con vuestro nombre y vuestra fama ese tan decantado tesoro.
Las glorias colectivas de la
revolución son aquellas conquistadas por el heroico esfuerzo de la nación en la
guerra de la independencia y por los patriotas de mayo y julio: todas ellas son
santas y legítimas.
La filosofía sólo puede absolver las
batallas emancipadoras, porque de la sangre que derraman brota la libertad, y
de las ruinas y cadáveres que siembran, nace la vida y la resurrección de un
pueblo.
La guerra civil y la
conquista producen solamente la muerte y la tiranía, y son hijas de la
abominación. ¡Qué lauro aquel teñido en sangre de hermanos o enrojecido con
sangre de oprimidos!
Un pueblo que cuenta glorias
legítimas en su historia, es un pueblo grande que tiene porvenir y misión
propia.
El pueblo argentino
llevó el estandarte de la emancipación política hasta el Ecuador. La iniciativa
de la emancipación social le pertenece.
Su bandera será el símbolo de dos
revoluciones; el Sol de sus armas, el astro regenerador de medio Mundo.
9.
CONTINUACIÓN DE LAS TRADICIONES PROGRESIVAS DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO
La revolución americana, como todas
las grandes revoluciones del mundo, ocupada exclusivamente en derribar el
edificio g ótico labrado en siglos de ignorancia por la tiranía y la fuerza, no
tuvo tiempo ni reposo bastante para reedificar otro nuevo, pero proclamó, sin
embargo, las verdades que el largo y penoso alumbramiento del espíritu humano
había producido para que sirviesen de fundamento a la reorganización de las
sociedades modernas.
Los revolucionarios de Mayo sabían
que la primera exigencia de la América era la independencia de hecho de la
metrópoli y que, para fundar la libertad, era preciso emancipar primero la
patria.
Absortos en este pensamiento,
echaron, sin embargo, una mirada al porvenir y bosquejaron de paso a las
generaciones venideras el plan de la obra inmensa de la emancipación Argentina.
En sus decretos y leyes,
improvisados en medio de los azares de la lucha y del estrépito de las armas,
se hallan consignados los principios eternos que entran en el código de todas
las naciones libres.
La libertad individual y de
expresar y publicar las ideas sin previa censura. Ellas dicen "que el
cuerpo social debe garantizar y afianzar los derechos del hombre, aliviar la
miseria y desgracia de los ciudadanos y propender a su prosperidad e
instrucción; que la ignorancia es causa de esa inmoralidad que apaga todas las
virtudes y produce todos los crímenes; que ningún ciudadano podrá ser penado
sin proceso y sentencia legal; que las cárceles son para seguridad, no para
castigo de los reos; que el crimen es la infracción de la ley vigente; que todo
ciudadano debe sobrellevar cuantos sacrificios demande la patria en sus
necesidades y peligros, sin que se exceptúe el de la vida; y que, por su parte,
cada ciudadano debe contribuir al sostén y conservación de los derechos de sus
conciudadanos y a la felicidad pública; que un habitante de Buenos Aires, ni
ebrio ni dormido, debe tener inspiraciones contra la libertad de su patria;
ellas, en fin, declaran que sólo el pueblo es el origen y el creador de todo
poder.
¡Bello y magnífico programa! ¡Pero
cuán distantes estamos de verlo realizado! Estos principios tan santos no han
pasado de las leyes, y han sido como una obra abstracta que no está al alcance
del entendimiento común.
A pesar de esto, los legisladores
de la revolución hicieron lo que pudieron. Conocieron, sin duda, que la
inteligencia del pueblo no estaba en sazón para valorar su importancia; que
había en sus sentimientos, en sus costumbres, en su modo de ver y sentir,
ciertos instintos reaccionarios contra todo lo nuevo y que no entendía; pero
era necesario obrar, y obraron.
Necesitaban del pueblo para
despejar de enemigos el campo donde debía germinar la semilla de la libertad y
lo declararon soberano sin límites.
No fue extravío de ignorancia, sino
necesidad de los tiempos. Era preciso atraer a la nueva causa los votos y los
brazos de la muchedumbre, ofreciéndole el cebo de una soberanía omnipotente.
Era preciso hacer conocer al esclavo que tenía derechos iguales a los de su
señor, y que aquéllos que lo habían oprimido hasta entonces, no eran más que
unos tiranuelos que podía aniquilar con el primer amago de su valor; y en vez
de decir, la soberanía reside en la razón del pueblo, dijeron: el pueblo es
soberano.
Pero, estando de hecho el Pueblo,
después de haber pulverizado a los tiranos, en posesión de la soberanía, era
difícil ponerle coto. La soberanía era un derecho adquirido a costa de su
sangre y de su heroísmo. Los ambiciosos y malvados, para dominar, atizaron a
menudo sus instintos retrógrados, y lo arrastraron a hollar las leyes que como
soberano había dictado; a derribar gobiernos constituidos, anarquizar y
trastornar el orden social y a entregarse sin freno a los caprichos de su
voluntad y al desagravio violento de sus antipatías irracionales.
El principio de la omnipotencia de las
masas debió producir todos los desastres que ha producido y acabar por la
sanción y establecimiento del Despotismo.
Pero ese principio ha sido también
fértil en útiles resultados. El Pueblo, antes de la revolución, era algo sin
nombre ni influencia; después de la revolución apareció gigante y sofocó en sus
brazos al león de España. La turba, el populacho, antes sumergido en la
nulidad, en la impotencia, se mostró entonces en la superficie de la sociedad,
no como espuma vil, sino como una potestad destinada por la Providencia para
dictar la ley y sobreponerse a cualquiera otra potestad terrestre.
La soberanía pasó de los opresores
a los oprimidos, de los reyes al pueblo, y nació de repente en las orillas del
Plata, la Democracia; y la democracia crecerá: su porvenir es inmenso.
Ese pueblo, deslumbrado hasta aquí
por la majestad de su omnipotencia, conocerá vuelto en sí, que no le fue dada
por Dios, sino para ejercerla en los límites del derecho como instrumento de
bien. Ese pueblo se ilustrará: los principios de la revolución de Mayo
penetrarán al cabo hasta su corazón, y llegarán a ser la norma de sus acciones.
He aquí una generación que viene en
pos de la generación de Mayo; hija de ella, hereda sus pensamientos y
tradiciones; nacida en la aurora de la libertad, busca con ojos inquietos en el
cielo oscurecido de la patria, el astro hermoso que resplandeció sobre su cuna.
Ella viene a continuar la obra de
sus padres, enriquecida con las lecciones del estudio y de la experiencia.
Ella conoce todo lo que hay de
incompleto en esas instituciones, dictadas al acaso en los conflictos de la
inexperiencia y de la necesidad, y se prepara a completarlas o perfeccionarlas
con el auxilio de la luz y progreso de la ciencia social.
Ella procurará ponerlas en armonía
con los adelantos de la razón pública y se esforzará para que lleguen un día a
ser el credo político de todas las inteligencias y a tener viva y permanente
realidad.
12. ORGANIZACIÓN DE LA PATRIA SOBRE LA BASE DEMOCRÁTICA
La igualdad y la libertad son los dos ejes centrales, o más bien, los dos polos del mundo de la democracia.
La igualdad y la libertad son los dos ejes centrales, o más bien, los dos polos del mundo de la democracia.
La democracia parte de un hecho necesario, es decir, la igualdad
de clases, y marcha con paso firme hacia la conquista del reino de la libertad
más amplia, de la libertad individual,
civil y política.
La democracia no es una forma de gobierno, sino la esencia misma
de todos los gobiernos republicanos, o instituidos por todos para el bien de la
comunidad o de la asociación.
La democracia es el régimen de la libertad, fundado sobre la igualdad de clases.
Todas las asociaciones políticas modernas tienden a establecer la igualdad de clases, y puede asegurarse, observando el movimiento progresivo de las naciones europeas y americanas, "que el desenvolvimiento gradual de la igualdad de clases es una ley de la Providencia, pues reviste sus principales caracteres; es universal, durable, se substrae de día en día al poder humano y todos los acontecimientos y todos los hombres conspiran sin saberlo a extenderla y afianzarla."
La democracia es el régimen de la libertad, fundado sobre la igualdad de clases.
Todas las asociaciones políticas modernas tienden a establecer la igualdad de clases, y puede asegurarse, observando el movimiento progresivo de las naciones europeas y americanas, "que el desenvolvimiento gradual de la igualdad de clases es una ley de la Providencia, pues reviste sus principales caracteres; es universal, durable, se substrae de día en día al poder humano y todos los acontecimientos y todos los hombres conspiran sin saberlo a extenderla y afianzarla."
La democracia es el gobierno de las mayorías, o el consentimiento uniforme de la razón
de todos, obrando para la creación de la ley y para decidir soberanamente sobre
todo aquello que interesa a la asociación.
Ese consentimiento general y uniforme constituye la soberanía del pueblo.
La soberanía del pueblo es ilimitada en todo lo que pertenece a la sociedad, en la política, en la filosofía, en la religión; pero el pueblo no es soberano de lo que toca al individuo, de su conciencia, de su propiedad, de su vida y su libertad.
La soberanía del pueblo es ilimitada en todo lo que pertenece a la sociedad, en la política, en la filosofía, en la religión; pero el pueblo no es soberano de lo que toca al individuo, de su conciencia, de su propiedad, de su vida y su libertad.
La asociación se ha establecido para el bien de todos; ella es el
fondo común de todos los intereses individuales, o el símbolo animado de la
fuerza e inteligencia de cada uno.
El fin de la asociación es organizar la democracia y asegurar a todos y cada uno de los miembros asociados, la más amplia y libre fruición de sus derechos naturales; el más amplio y libre ejercicio de sus facultades.
El fin de la asociación es organizar la democracia y asegurar a todos y cada uno de los miembros asociados, la más amplia y libre fruición de sus derechos naturales; el más amplio y libre ejercicio de sus facultades.
Luego el pueblo soberano o la mayoría no puede violar esos
derechos individuales, coartar el ejercicio de esas facultades, que son a un
tiempo el origen, el vínculo, la condición y el fin de la asociación.
Desde el momento que las viola, el pacto está roto, la asociación
se disuelve, y cada uno será dueño absoluto de su voluntad y sus acciones y de
cifrar su derecho en su fortaleza.
Resulta de aquí, que el límite de la razón colectiva es el derecho; y el límite de la razón individual, la soberanía de la razón del pueblo.
Resulta de aquí, que el límite de la razón colectiva es el derecho; y el límite de la razón individual, la soberanía de la razón del pueblo.
El derecho del hombre es anterior al derecho de la asociación. El
individuo por la ley de Dios y de la humanidad es dueño exclusivo de su vida,
de su propiedad, de su conciencia y su libertad: su vida es un don de Dios; su
propiedad, el sudor de su rostro; su conciencia, el ojo de su alma y el juez
íntimo de sus actos; su libertad, la condición necesaria para el desarrollo de
las facultades que Dios le dio con el fin de que viviese feliz, la esencia
misma de su vida, puesto que la vida sin libertad es muerte.
El derecho de la asociación está por consiguiente circunscripto en
la órbita de los derechos individuales.
El soberano, el pueblo, la mayoría, dictan la ley social y positiva con el objeto de afianzar y sancionar la ley primitiva, la ley natural del individuo. Así es que, lejos de abnegar el hombre al entrar en sociedad una parte de su libertad y sus derechos, se ha reunido al contrario a los demás y formado la asociación con el fin de asegurarlos y extenderlos.
El soberano, el pueblo, la mayoría, dictan la ley social y positiva con el objeto de afianzar y sancionar la ley primitiva, la ley natural del individuo. Así es que, lejos de abnegar el hombre al entrar en sociedad una parte de su libertad y sus derechos, se ha reunido al contrario a los demás y formado la asociación con el fin de asegurarlos y extenderlos.
Si la ley positiva del soberano se ajusta a la ley natural, su
derecho es legítimo y todos deben prestarle obediencia, so pena de ser
castigados como infractores; si la viola, es ilegítima y tiránica, y nadie está
obligado a obedecerla.
El derecho de resistencia del individuo contra las decisiones
tiránicas del pueblo soberano o de la mayoría, es por consiguiente legítimo,
como lo es el derecho de repeler la fuerza con la fuerza, y de matar al ladrón
o al asesino que atente a nuestra propiedad o nuestra vida, puesto que nace de
las condiciones mismas del pacto social.
La soberanía del pueblo es ilimitada en cuanto respecta al derecho
del hombre:
primer principio.
La soberanía del pueblo es absoluta en cuanto tiene por norma la
razón: segundo principio.
La razón colectiva sólo es soberana, no la voluntad colectiva. La voluntad, es ciega, caprichosa, irracional; la voluntad quiere, la razón examina, pesa y se decide.
De aquí resulta que la soberanía del pueblo sólo puede residir en la razón del pueblo, y que sólo es llamada a ejercerla la parte sensata y racional de la comunidad social.
La parte ignorante queda bajo la tutela y salvaguardia de la ley dictada por el consentimiento uniforme del pueblo racional.
La razón colectiva sólo es soberana, no la voluntad colectiva. La voluntad, es ciega, caprichosa, irracional; la voluntad quiere, la razón examina, pesa y se decide.
De aquí resulta que la soberanía del pueblo sólo puede residir en la razón del pueblo, y que sólo es llamada a ejercerla la parte sensata y racional de la comunidad social.
La parte ignorante queda bajo la tutela y salvaguardia de la ley dictada por el consentimiento uniforme del pueblo racional.
La democracia, pues, no el despotismo absoluto de las masas, ni de
las mayorías; es el régimen de la razón.
La soberanía es el acto más grande y solemne de la razón de un
pueblo libre. ¿Cómo podrán concurrir a este acto los que no conocen su
importancia? ¿Los que por su falta de luces son incapaces de discernir el bien
del mal en materia de negocios públicos? ¿Los que, como ignorantes que son de
lo que podría convenir, no tienen opinión propia, y están por consiguiente
expuestos a ceder a las sugestiones de los mal intencionados? ¿Los que por su
voto imprudente podrían comprometer la libertad de la patria y la existencia de
la sociedad? ¿Cómo podrá, digo, ver el ciego, caminar el tullido, articular el
mudo, es decir, concurrir a los actos soberanos el que no tiene capacidad ni
independencia?
Otra condición del ejercicio de la soberanía es la industria. El holgazán, el vagabundo, el que no tiene oficio tampoco puede hacer parte del soberano; porque, no estando ligado por interés alguno a la sociedad, dará fácilmente su voto por oro o amenazas.
Aquel cuyo bienestar depende de la voluntad de otro y no goza de independencia personal, menos podrá entrar al goce de la soberanía; porque difícilmente sacrificará su interés a la independencia de su razón.
Otra condición del ejercicio de la soberanía es la industria. El holgazán, el vagabundo, el que no tiene oficio tampoco puede hacer parte del soberano; porque, no estando ligado por interés alguno a la sociedad, dará fácilmente su voto por oro o amenazas.
Aquel cuyo bienestar depende de la voluntad de otro y no goza de independencia personal, menos podrá entrar al goce de la soberanía; porque difícilmente sacrificará su interés a la independencia de su razón.
El tutelaje del ignorante, del vagabundo, del que no goza de
independencia personal es por consiguiente necesario. La ley no les veda
ejercer por sí derechos soberanos, sino mientras permanezcan en minoridad; no
los despoja de ellos, sino les impone una condición para poseerlos, la
condición de emanciparse.
Pero el pueblo, las masas, no tienen siempre en sus manos los
medios de conseguir su emancipación. La sociedad o el gobierno que la representa debe ponerlo a su alcance.
El fomentará la industria, destruirá las leyes fiscales que traban su desarrollo, no la sobrecargará de impuestos, y dejará que ejerza libre y soberanamente su actividad.
El esparcirá la luz de todos los ámbitos de la sociedad y tenderá su mano benéfica a los pobres y desvalidos. El procurará elevar a la clase proletaria al nivel de las otras clases, emancipando primero su cuerpo, con el fin de emancipar después su razón.
Para emancipar las masas ignorantes y abrirles el camino de la soberanía, es preciso educarlas. Las masas no tienen sino instintos; son más sensibles que racionales; quieren el bien y no saben dónde se halla; desean ser libres, y no conocen la senda de la libertad.
La educación de las masas debe ser sistemada.
El fomentará la industria, destruirá las leyes fiscales que traban su desarrollo, no la sobrecargará de impuestos, y dejará que ejerza libre y soberanamente su actividad.
El esparcirá la luz de todos los ámbitos de la sociedad y tenderá su mano benéfica a los pobres y desvalidos. El procurará elevar a la clase proletaria al nivel de las otras clases, emancipando primero su cuerpo, con el fin de emancipar después su razón.
Para emancipar las masas ignorantes y abrirles el camino de la soberanía, es preciso educarlas. Las masas no tienen sino instintos; son más sensibles que racionales; quieren el bien y no saben dónde se halla; desean ser libres, y no conocen la senda de la libertad.
La educación de las masas debe ser sistemada.
La religión, moralizándolas, fecundará en su corazón los gérmenes
de las buenas costumbres.
La instrucción elemental las pondrá en estado de adquirir mayores
luces y de llegar un día a penetrarse de los derechos y deberes que les impone
la ciudadanía
Las masas ignorantes, sin embargo, aunque privadas temporariamente
del ejercicio de los derechos de la soberanía o de la libertad política, están
en pleno goce de su libertad individual; como los de todos los miembros de la
asociación, sus derechos naturales son inviolables; la libertad civil también,
como a todos; las escuda; la misma ley civil, penal y constitucional, dictadas
por el soberano, protege su vida, su propiedad, su conciencia y su libertad;
las llama a juicio cuando delinquen, las condena o las absuelve.
Ellas no pueden asistir a la confección de la ley que formula los derechos y deberes de los miembros asociados, mientras permanezcan en tutela y minoridad; pero esa misma ley les da medios de emanciparse y las tiene entretanto bajo su protección y salvaguardia.
La democracia camina al nivelamiento de las condiciones, a la igualdad de clases.
La igualdad de clases envuelve la libertad individual, la libertad civil y la libertad política. Cuando todos los miembros de la asociación estén en posesión plena y absoluta de estas libertades y ejerzan de mancomún la soberanía, la democracia se habrá definitivamente constituido sobre la base incontrastable de la igualdad de clases: tercer principio.
Hemos desentrañado el espíritu de la democracia y trazado los límites de la soberanía del pueblo. Pasemos a indagar cómo obra el soberano, o en otros términos, qué forma aparente, visible, imprime a sus decisiones; cómo organiza el gobierno de la democracia.
El soberano para la confección de la ley delega sus poderes, reservándose la sanción de ella.
El delegado representa los intereses y la razón del soberano.
El legislador ejerce una soberanía limitada y temporaria; su norma es la razón.
El legislador dicta la ley orgánica y formula en ella los derechos y deberes del ciudadano y las condiciones del pacto de asociación.
Ellas no pueden asistir a la confección de la ley que formula los derechos y deberes de los miembros asociados, mientras permanezcan en tutela y minoridad; pero esa misma ley les da medios de emanciparse y las tiene entretanto bajo su protección y salvaguardia.
La democracia camina al nivelamiento de las condiciones, a la igualdad de clases.
La igualdad de clases envuelve la libertad individual, la libertad civil y la libertad política. Cuando todos los miembros de la asociación estén en posesión plena y absoluta de estas libertades y ejerzan de mancomún la soberanía, la democracia se habrá definitivamente constituido sobre la base incontrastable de la igualdad de clases: tercer principio.
Hemos desentrañado el espíritu de la democracia y trazado los límites de la soberanía del pueblo. Pasemos a indagar cómo obra el soberano, o en otros términos, qué forma aparente, visible, imprime a sus decisiones; cómo organiza el gobierno de la democracia.
El soberano para la confección de la ley delega sus poderes, reservándose la sanción de ella.
El delegado representa los intereses y la razón del soberano.
El legislador ejerce una soberanía limitada y temporaria; su norma es la razón.
El legislador dicta la ley orgánica y formula en ella los derechos y deberes del ciudadano y las condiciones del pacto de asociación.
Divide la potestad social en tres grandes poderes, a quienes traza
sus límites y atribuciones, los cuales constituyen la unidad simbólica de la
soberanía democrática.
El legislativo representa la razón del pueblo, el judicial su justicia, el ejecutivo su acción o voluntad; el primero labra la ley, el segundo la aplica, el tercero la ejecuta; aquel vota las erogaciones e impuestos y es órgano inmediato de los deseos y necesidades del pueblo; este es órgano de la justicia social, manifestada en las leyes; el último, administrador y gestor infatigable de los intereses sociales.
El legislativo representa la razón del pueblo, el judicial su justicia, el ejecutivo su acción o voluntad; el primero labra la ley, el segundo la aplica, el tercero la ejecuta; aquel vota las erogaciones e impuestos y es órgano inmediato de los deseos y necesidades del pueblo; este es órgano de la justicia social, manifestada en las leyes; el último, administrador y gestor infatigable de los intereses sociales.
Estos tres poderes son a la verdad independientes; pero, lejos de
aislarse y condenarse a la inmovilidad, oponiéndose resistencias mutuas para
mantener cierto quimérico equilibrio, se encaminarán armónicos, por distintas
vías, a un fin único: el progreso social. Su fuerza será la resultante de las
tres fuerzas reunidas, sus voluntades se reasumirán en una voluntad; y así como
la razón, el sentimiento y la voluntad constituyen la unidad moral del
individuo, los tres poderes formarán la unidad generatriz de la democracia, o
el órgano legítimo de la soberanía, destinado a fallar sin apelación sobre
todas las cuestiones que interesen a la asociación.
Las condiciones del pacto están escritas; la piedra angular del edificio social, puesta; el gobierno organizado y animado por el espíritu de la ley fundamental. El legislador la presenta al pueblo: el pueblo la aprueba, si ella es el símbolo vivo de su razón.
La obra del legislador constituyente está concluida.
Las condiciones del pacto están escritas; la piedra angular del edificio social, puesta; el gobierno organizado y animado por el espíritu de la ley fundamental. El legislador la presenta al pueblo: el pueblo la aprueba, si ella es el símbolo vivo de su razón.
La obra del legislador constituyente está concluida.
Si la ley orgánica no es la expresión de la razón pública proclamada
por sus legítimos representantes; si estos no han hablado en esa ley de los
intereses y opiniones de sus poderdantes; si no han procurado interpretar su
pensamiento; o en otros términos, si los legisladores, desconociendo su misión
y las exigencias vitales del pueblo que representan, se han puesto como
miserables plagiarios a copiar de aquí y de allí artículos de constituciones de
otros países, en lugar de hacer una que tenga raíces vivas en la conciencia
popular, su obra será un monstruo abortado, un cuerpo sin vida, una ley efímera
y sin acción, que jamás podrá sancionar el criterio público.
El legislador habrá traicionado la confianza de su poderdante, el
legislador será un imbécil.
Si al contrario la obra del legislador satisface plenamente la razón pública, su obra es grande, su creación sublime y semejante a la de Dios.
Si al contrario la obra del legislador satisface plenamente la razón pública, su obra es grande, su creación sublime y semejante a la de Dios.
Entonces ni el pueblo, ni el legislador, ni ninguna potestad
social, podrá llevar su mano sacrílega a ese santuario, donde está trazada con
letras divinas la ley suprema e inviolable; la ley de las leyes, que todos y
cada uno ha reconocido, proclamado y jurado ante Dios y los hombres respetar.
La soberanía, por decirlo así, se ha encarnado en esa ley: allí
está la razón y el consentimiento del pueblo; allí está el orden, la justicia y
la libertad; allí está la salvaguardia de la democracia.
Podrá esta ley ser revisada, mejorada con el tiempo y ajustada a
los progresos de la razón pública, por una asamblea elegida ad hoc por el Soberano; pero entre
tanto no llega esa época que ella misma señala, su poder es omnipotente; su
voluntad domina todas las voluntades; su razón se sobrepone a todas las
razones.
Ninguna mayoría, ningún partido, ninguna asamblea podrá atentar a ella, so pena de ser usurpadora y tiránica.
Ninguna mayoría, ningún partido, ninguna asamblea podrá atentar a ella, so pena de ser usurpadora y tiránica.
Esa ley sirve de piedra de toque a todas las otras leyes; su luz
las ilumina, y todos los pensamientos y acciones del cuerpo social y de los
poderes constituidos, nacen de ella y vienen a converger a su centro. Ella es
la fuerza motriz que da impulso y en torno de la cual gravitan, como los astros
en torno del sol, todas las fuerzas parciales que componen el mundo de la
democracia.
Constituida así la democracia, la soberanía del pueblo parte de
ese punto y empieza a ejercer su acción incesante e ilimitada; pero girando
siempre en la órbita que la ley orgánica le traza, su derecho no va más allá.
Ella, por medio de sus representantes, hace y deshace leyes,
innova cada día, lleva su actividad por todas partes e imprime un movimiento
incesante, una transformación progresiva a la máquina social.
Cada acto de su voluntad es una nueva creación; cada decisión de
su razón, un progreso.
Política, religión, filosofía, arte, industria; todo lo examina, lo elabora, lo sujeta a su voto supremo y lo sanciona; la voz del pueblo es la voz de Dios.
De lo dicho deduciremos, que si el pueblo no tiene luces ni moralidad; que si los gérmenes de una constitución no están, por decirlo así, diseminados en sus costumbres, en sus sentimientos, en sus recuerdos, en sus tradiciones, la obra de organizarlos es irrealizable; que el legislador no es llamado a crear una ley orgánica, o aclimatar en el suyo las de otros países, sino a conocer los instintos, necesidades, intereses, todo lo que forma la vida intelectual, moral y física del pueblo que representa, y a proclamarlos y formularlos en una ley; y que sólo pueden y deben ser legisladores aquellos que reúnan a la más alta capacidad y acrisolada virtud, el conocimiento más completo del espíritu y exigencias de la nación.
De aquí nace también, que si el legislador tiene conciencia de su deber, antes de indagar cuál forma gubernativa sería preferible, debe averiguar si el pueblo se halla en estado de regirse por una constitución; y dado este caso, ofrecerle, no la mejor y más perfecta en teoría, sino aquella que se adapte a su condición.
Política, religión, filosofía, arte, industria; todo lo examina, lo elabora, lo sujeta a su voto supremo y lo sanciona; la voz del pueblo es la voz de Dios.
De lo dicho deduciremos, que si el pueblo no tiene luces ni moralidad; que si los gérmenes de una constitución no están, por decirlo así, diseminados en sus costumbres, en sus sentimientos, en sus recuerdos, en sus tradiciones, la obra de organizarlos es irrealizable; que el legislador no es llamado a crear una ley orgánica, o aclimatar en el suyo las de otros países, sino a conocer los instintos, necesidades, intereses, todo lo que forma la vida intelectual, moral y física del pueblo que representa, y a proclamarlos y formularlos en una ley; y que sólo pueden y deben ser legisladores aquellos que reúnan a la más alta capacidad y acrisolada virtud, el conocimiento más completo del espíritu y exigencias de la nación.
De aquí nace también, que si el legislador tiene conciencia de su deber, antes de indagar cuál forma gubernativa sería preferible, debe averiguar si el pueblo se halla en estado de regirse por una constitución; y dado este caso, ofrecerle, no la mejor y más perfecta en teoría, sino aquella que se adapte a su condición.
He dado a los atenienses, decía Solón, no las mejores leyes, sino
las que se hallan en estado de recibir.
De aquí se infiere, que cuando la razón pública no está sazonada,
el legislador constituyente no tiene misión alguna, y no pudiendo llevar
conciencia de su dignidad, ni de la importancia del papel que representa,
figura en una farsa que él mismo no entiende, y dicta o copia leyes con el
mismo desembarazo que haría escritos en su bufete, o reglaría las cuentas de su
negocio.
De aquí, en suma, deduciremos la necesidad de preparar al legislador, antes de encomendarle la obra de una constitución.
De aquí, en suma, deduciremos la necesidad de preparar al legislador, antes de encomendarle la obra de una constitución.
El legislador no podrá estar preparado si el pueblo no lo está.
¿Cómo logrará el legislador obrar el bien, si el pueblo lo desconoce? ¿Si no aprecia
las ventajas de la libertad? ¿Si prefiere la inercia a la actividad? ¿Sus
hábitos, a la innovaciones? ¿Lo que conoce y palpa, a lo que no conoce y mira
remoto?
Es indispensable por lo mismo para preparar al pueblo y al
legislador, elaborar primero la
materia de la ley, es decir, difundir las ideas que deberán encarnarse
en los legisladores y realizarse en las leyes, hacerlas circular,
vulgarizarlas, incorporarlas al espíritu público.
Es preciso, en una palabra, ilustrar la razón del pueblo y del legislador sobre las cuestiones políticas, antes de entrar a constituir la nación.
Es preciso, en una palabra, ilustrar la razón del pueblo y del legislador sobre las cuestiones políticas, antes de entrar a constituir la nación.
Sólo con esta condición lograremos lo que deseamos todos
ahincadamente, que aparezca el legislador
futuro, o una representación nacional capaz de comprender y remediar los
males que sufre la sociedad, de satisfacer sus votos y de echar el fundamento
de un orden social incontrastable y permanente.
Mientras el espíritu público no haya adquirido la madurez
necesaria, las constituciones no
harán más que dar pábulo a la anarquía y fomentar en los ánimos el menosprecio
de toda ley, de toda justicia y de los principios más sagrados.
Siendo la democracia el gobierno del pueblo por sí mismo, exige la acción constante de todas las facultades del hombre y no podrá cimentarse sino con el auxilio de las luces y de la moralidad.
Ella, partiendo del principio de la igualdad de clases, procura que se arraigue en las ideas, costumbres y sentimientos del pueblo y elabora sus leyes e instituciones de modo que tiendan a extender y afianzar su predominio.
Siendo la democracia el gobierno del pueblo por sí mismo, exige la acción constante de todas las facultades del hombre y no podrá cimentarse sino con el auxilio de las luces y de la moralidad.
Ella, partiendo del principio de la igualdad de clases, procura que se arraigue en las ideas, costumbres y sentimientos del pueblo y elabora sus leyes e instituciones de modo que tiendan a extender y afianzar su predominio.
A llenar las miras de la democracia, deben dirigirse todos los
esfuerzos de nuestros gobiernos y de nuestros legisladores.
La Asociación de la joven generación Argentina, cree que la
democracia existe en germen en nuestra sociedad; su misión es predicarla,
difundir su espíritu y consagrar la acción de sus facultades a fin de que un
día llegue a constituirse en la República.
Ella no ignora cuantos obstáculos le opondrán ciertos resabios aristocráticos, ciertas tradiciones retrógradas, las leyes, la falta de luces y de moralidad.
Ella sabe que la obra de organizar la democracia no es de un día; que las constituciones no se improvisan; que la libertad no se funda sino sobre el cimiento de las luces y las costumbres; que una sociedad no se ilustra y moraliza de un golpe; que la razón de un pueblo que aspira a ser libre, no se sazona sino con el tiempo; pero, teniendo fe en el porvenir, y creyendo que las altas miras de la revolución no fueron solamente derribar el orden social antiguo, sino también reedificar otro nuevo, trabajará con todo el lleno de sus facultades a fin de que las generaciones venideras, recogiendo el fruto de su labor, tengan en sus manos mayores elementos que nosotros para organizar y constituir la sociedad argentina sobre la base incontrastable de la igualdad y la libertad democrática.
Ella no ignora cuantos obstáculos le opondrán ciertos resabios aristocráticos, ciertas tradiciones retrógradas, las leyes, la falta de luces y de moralidad.
Ella sabe que la obra de organizar la democracia no es de un día; que las constituciones no se improvisan; que la libertad no se funda sino sobre el cimiento de las luces y las costumbres; que una sociedad no se ilustra y moraliza de un golpe; que la razón de un pueblo que aspira a ser libre, no se sazona sino con el tiempo; pero, teniendo fe en el porvenir, y creyendo que las altas miras de la revolución no fueron solamente derribar el orden social antiguo, sino también reedificar otro nuevo, trabajará con todo el lleno de sus facultades a fin de que las generaciones venideras, recogiendo el fruto de su labor, tengan en sus manos mayores elementos que nosotros para organizar y constituir la sociedad argentina sobre la base incontrastable de la igualdad y la libertad democrática.
13.
CONFRATERNIDAD DE PRINCIPIOS
Uno de los muchos obstáculos que
hoy día se oponen y por largo tiempo se opondrán a la reorganización de nuestra
sociedad, es la anarquía que reina en todos los corazones e inteligencias; la
falta de creencias comunes, capaces de formar, robustecer e infundir
irresistible prepotencia al espíritu público. No existe ningún fundamento
sólido sobre el cual pueda apoyarse la razón de cada uno, ninguna norma,
ninguna doctrina, ningún principio de vida que atraiga, reúna y anime los
miembros divididos del cuerpo social. —No hay bálsamo alguno que calme los
corazones lacerados, ningún remedio a la inquietud y desazón de los ánimos,
ninguna luz que guíe a los hijos de la patria en el abismo espantoso donde los
ha sumergido el desenfreno de las pasiones y los atentados de la tiranía.
Cada uno, amurallado en su egoísmo,
ve pasar con estúpida sonrisa el carro triunfante del Despotismo por sobre las
glorias y trofeos de la patria, por sobre la sangre y cadáveres de sus
hermanos, por sobre las leyes y derechos de la nación. Cada uno oye en silencio
los gritos y aclamaciones de la turba que, en signo de vasallaje, marcha en pos
de sus huellas, celebrando su omnipotencia y sus hazañas.
¿Qué origen dar a ese marasmo del
espíritu público?, ¿a esa atrofia de tanto noble corazón? ¿Cómo explicar ese
fenómeno moral que se reproduce siempre en todas las grandes crisis sociales,
después de los desastres, convulsiones y delirios de la guerra civil? —Es que
toda grande excitación enerva; que tras la fiebre y el delirio, viene el
abatimiento y el colapso; y que, en el frenesí de las pasiones políticas,
pierden los pueblos como los hombres, aquella primitiva virilidad de sus
potencias, aquella virginidad de su corazón, aquel fuego y energía de su
robusta adolescencia. —Es que los desengaños han venido a entibiar las
esperanzas; que ese intenso afanar y esa lucha prolongada para cimentar la
libertad, han sido estériles e ineficaces; que los principios y las doctrinas
no han producido fruto alguno; y que la fe de todos los hombres, de todos los
patriotas, ha venido a guarecer su impotencia en el abrigo desierto del
escepticismo y de la duda, después de haber visto a la anarquía y al despotismo
disputarse encarnizados el tesoro recogido por su constancia y su heroísmo.
Felizmente no están sujetos los
pueblos a esa ley de aniquilamiento fatal que extingue poco a poco la vida y
las esperanzas del hombre. El individuo desaparece, pero quedan sus obras. Cada
generación que nace de las entrañas del no ser trae nueva sangre, infunde nueva
vida al cuerpo social. Se diría que la carne del hombre es de la tierra, pero
su espíritu de la humanidad. Cada generación hereda el espíritu vital de la
generación que devoró la tumba. Con cada generación retoña el árbol de
esperanza del porvenir progresivo de los pueblos y de la humanidad.
Esa facultad de comunicación
perpetua entre hombre y hombre, entre generación y generación; esa encarnación
continua del espíritu de una generación en otra, es lo que constituye la vida y
la esencia de las sociedades. No son ellas simplemente una aglomeración de
hombres, sino que forman un cuerpo homogéneo y animado de una vida peculiar,
que resulta de la relación mutua de los hombres entre sí, y de unas
generaciones con otras.
La generación nueva no está
enervada; ella empieza a vivir, y trae en su seno toda la energía, deseos y
esperanzas de un joven adolescente; pero sufre el mismo dolor que todos, y se
halla envuelta en la misma atmósfera tenebrosa; lleva en su corazón la
anarquía, y en su inteligencia el caos y lucha de contrarios elementos.
¿Y qué otra cosa podría heredar?
Nacida en la borrasca, creciendo en las tempestades y no divisando en el mar de
tinieblas que la circundaba, una antorcha que la encaminase al puerto de
consuelo y salvación, su espíritu debió sufrir agitaciones intensas y buscar
donde lo hallase, el alimento necesario a su actividad.
La Patria no existía, ni la
libertad tampoco. ¿Qué es la vida sin patria ni libertad? debió decirse.
—Faltóle un móvil a sus acciones, un símbolo a su fe, un blanco a sus
esperanzas, un apoyo a su inteligencia; y vacilaron, se chocaron y corrieron en
dirección opuesta sus pensamientos por el campo ilimitado de la especulación y
la duda, de la incertidumbre y la verdad.
Para salir de este caos,
necesitamos una luz que nos guíe, una creencia que nos anime, una religión que
nos consuele, una base moral, un criterium común de certidumbre que sirva de
fundamento a la labor de todas las inteligencias, y a la reorganización de la
patria y de la sociedad.
Esa piedra fundamental, ese punto
de arranque y reunión, son los principios.
Política, ciencia, religión, arte,
industria, todo existe en germen en nuestra sociedad; pero como en el caos los
primitivos elementos de la creación. Hay, si se quiere, en ella muchas ideas;
pero no un sistema de doctrinas políticas, filosóficas, artísticas, no una
verdadera ciencia; porque la ciencia no consiste en almacenar muchas ideas,
sino en que estas sean sanas y sistemadas, y constituyan por decirlo así, un
dogma religioso para el que las profesa.
Nuestra cultura intelectual exige
por lo mismo un desenvolvimiento armónico, una marcha uniforme, una elaboración
peculiar, que tienda a la difusión de los principios sanos, a la uniformidad de
las creencias, a disipar la anarquía de los espíritus, a vulgarizar y poner en
circulación las doctrinas progresivas, a calmar tantas angustias y agitaciones,
y a satisfacer las necesidades más vitales de nuestra sociedad.
La confraternidad de principios
producirá la unión y fraternidad de todos los miembros de la familia argentina,
y concentrará sus anhelos en el solo objeto de la libertad y engrandecimiento
de la Patria.
14.
FUSIÓN DE TODAS LAS DOCTRINAS PROGRESIVAS EN UN CENTRO UNITARIO
No pretendemos transar con lo bueno
y lo malo, o hacer una amalgama impura de elementos heterogéneos. Nuestra
filosofía no es la de la impotencia.
Queremos sí formular un sistema de
creencias comunes y de principios luminosos, que nos sirvan de guía en la
carrera que emprendemos.
Nuestra filosofía lleva por divisa:
progreso indefinido.
Los símbolos de nuestra fe son:
fraternidad, igualdad, libertad, asociación.
Caminamos a la Democracia.
—Organizar la asociación de modo que por una serie de progresos llegue a la
igualdad y la libertad, o a la democracia: —he aquí nuestra idea fundamental.
Nuestro punto de arranque y reunión
será la democracia.
Política, filosofía, religión,
arte, ciencia, industria; toda la labor inteligente y material deberá
encaminarse a fundar el imperio de la democracia.
Política que tenga otra mira, no la
queremos.
Filosofía que no coopere a su
desarrollo, la desechamos.
Religión que no la sancione y la
predique, no es la nuestra.
Arte que no se anime de su espíritu,
y no sea la expresión de la vida del individuo y de la sociedad, será
infecundo.
Ciencia que no la ilumine,
inoportuna.
Industria que no tienda a emancipar
las masas, y elevarlas a la igualdad, sino a concentrar la riqueza en pocas
manos, la abominamos.
Para conseguir la realización
completa de la igualdad de clases, y la emancipación de las masas, es
necesario: —"que todas las instituciones sociales se dirijan al fin de la
mejora intelectual, física y moral de la clase más numerosa y más pobre".
"La sociedad, o el poder que
la representa, debe a todos sus miembros instrucción, y tiene a su cargo el
progreso de la razón pública".
El fin de la política es organizar
la asociación sobre la base democrática.
Para alcanzar ese fin, elaborar
primero la materia de la ley, o en otros términos, preparar al pueblo y al
legislador, antes de formar el congreso futuro que debe constituir la
democracia.
El derecho del hombre es anterior al
de la asociación.
El derecho del hombre es tan
legítimo como el derecho de la asociación.
Alianza y armonía del ciudadano y
la patria, del individuo y de la sociedad.
La soberanía sólo reside en la
razón colectiva del Pueblo. El sufragio universal es absurdo.
No es nuestra la fórmula de los
ultra-demócratas franceses: todo para el Pueblo y por el Pueblo; sino la
siguiente: todo para el Pueblo, y por la razón del Pueblo.
El gobierno representativo es el
instrumento necesario del progreso, y la forma perfectible, pero indestructible
de la Democracia.
Queremos una política, una
religión, una filosofía, una ciencia, un arte, una industria que concurran
simultáneamente a idéntica solución moral: —que proclamen y difundan verdades
enlazadas entre sí, las cuales se dirijan a establecer la armonía de los
corazones e inteligencias, o la unión estrecha de todos los miembros de la
familia argentina.
La democracia es la unidad central que
nosotros buscamos por medio de la fusión de todas las doctrinas progresivas:
ella será el foco hacia donde convergerán todas nuestras tareas y pensamientos.
Sólo serán progresivas para
nosotros, todas aquellas doctrinas que, teniendo en vista el porvenir, procuren
dar impulso al desenvolvimiento gradual de la igualdad de clases, y que estén
siempre a la vanguardia de la marcha ascendente del espíritu humano.
Pediremos luces a la inteligencia
europea, pero con ciertas condiciones.
El mundo de nuestra vida
intelectual será a la vez nacional y humanitario: tendremos siempre un ojo
clavado en el progreso de las naciones; y el otro en las entrañas de nuestra
sociedad.
Nuestra labor será doble: estudiar
y aplicar, acopiar semilla y sembrarla; conocer las necesidades de la nación, y
contribuir con nuestras fuerzas al desarrollo normal de su vida, y al logro de
sus gloriosos destinos.
Todo lo que indique adelanto, todo
lo que haya legítimo en los intereses y doctrinas de las facciones de la
revolución, lo adoptaremos.
Las glorias de la nación y de
nuestras notabilidades revolucionarias nos tocan por herencia, pues forman la
espléndida corona de nuestra Patria: no seremos ingratos ni traidores.
No pretendemos emanciparnos de las
tradiciones progresivas de la revolución; somos, al contrario, sus
continuadores, porque tal es la misión que nos ha cabido en herencia. Queremos
ser dignos hijos de nuestros heroicos padres.
El pensamiento de Mayo es el
nuestro: ambicionamos verlo realizado completamente, sea cual fuere el éxito de
nuestros esfuerzos y esperanzas, sea cual fuere el destino que nos aguarde. En
vano la tiranía, la fuerza bruta y las preocupaciones nos harán guerra y nos
opondrán obstáculos invencibles; nada será capaz de desalentarnos: la fe que
nos anima es incontrastable. Dios, la patria, el grito de nuestra conciencia y
de nuestra razón nos imponen el deber de consagrar nuestras fuerzas, y
derramar, si fuere necesario, nuestra sangre por la santa causa de la igualdad
y de la libertad democrática, y por la emancipación completa de la tierra en
que nacimos.
Vamos a sacrificar la vida que nos
queda en beneficio de las generaciones venideras. Si triunfamos, ellas
bendecirán nuestros nombres: si perecemos antes de tiempo, darán una lágrima a
nuestras malogradas pero nobles intenciones, y continuarán la obra que
iniciamos, si escuchan como nosotros la voz de la patria y obedecen la ley de
la Providencia.
Trabajar por el progreso y
emancipación completa de nuestra patria, será poner las manos en la grande y
magnífica obra de la revolución, y emular las virtudes de los que la
concibieron.
15)
Abnegación de las simpatías que puedan
ligarnos a las dos grandes facciones que se han disputado el poderío durante la
revolución
El último resultado de la fusión
doctrinaria, formulada en el precedente párrafo, es una fusión política y
social.
Armonía en los intereses, armonía
en las opiniones, en las localidades, en los hombres, en el presente, en el
pasado de nuestra vida política.
Para ello una general amnistía para
todos los extravíos precedentes; una ley de olvido conteniendo todos los
momentos, todos los sucesos, todos los caracteres históricos de la revolución
americana.
La revolución de Mayo, se dividió
al nacer, y ha continuado dividida hasta los actuales días: armada de sus dos
manos, como la revolución francesa, con la una de ellas ha llevado adelante la
conquista de la libertad, en tanto que con la otra, no ha cesado de despedazar
su propio seno: doble lucha de anarquía y de independencia, de gloria y de
mengua, que ha hecho a la vez feliz y desgraciado el país, que ha ilustrado y
empañado nuestra revolución, nuestros hombres y nuestras cosas.
La anarquía del presente, es hija
de la anarquía del pasado: tenemos odios que no son nuestros, antipatías que
nosotros hemos heredado.
Conviene interrumpir esta sucesión
funesta, que hará eterna nuestra anarquía. Que un triple cordón sanitario sea
levantado entre ambas generaciones, al través de los rencores que ha dividido
los tiempos que nos han visto crecer. Es menester llevar la paz a la historia,
para radicarla en el presente, que es hijo del pasado, y el porvenir, que es
hijo del presente.
Facción Morenista, facción
Saavedrista, facción Rivadavista, facción Rosista, son para nosotros voces sin
inteligencia; no conocemos partidos personales; no nos adherimos a los hombres:
somos secuaces de principios. No conocemos hombre malo al frente de los
principios de progreso y libertad. Para nosotros la revolución es una e
indivisible.
Los que la han ayudado son dignos
de gloria; los que la han empañado, de desprecio. Olvidamos no obstante las
faltas de los unos para no pensar más que en la gloria de los otros.
Todos nuestros hombres, todos
nuestros momentos, todos nuestros sucesos presentan dos fases: una de gloria,
otra de palidez. La juventud se ha colocado cara a cara con la gloria de sus
padres, y ha dejado sus flaquezas en la noche del olvido.
Vivamos alerta con los juicios de
nuestros padres acerca de nuestros padres. Han estado divididos, y en el calor
de la pelea más de una vez se han visto con los ojos del odio, se han pintado
con los colores del desprecio. A dar ascenso a sus palabras, todos ellos han
sido un puñado de bribones. A creer en lo que vemos, ellos han sido una generación
de gigantes, pues que tenemos un mundo salido de sus manos.
Ahí están los hechos, ahí están los
resultados, ahí está la historia: sobre estos fundamentos incorruptibles debe
ser organizada toda reputación, todo título, todo juicio histórico. No tenemos
que invocar testimonios sospechosos, tradiciones apasionadas y parciales. Somos
la posteridad de nuestros padres; a nosotros compete el juicio de su vida.
Nosotros le pronunciaremos en vista del proceso veraz de la historia y de los
monumentos.
Cada vez, pues, que uno de nuestros
padres levante la voz para murmurar de los de su época, implorémosle el
silencio. Ellos no son jueces competentes los unos de los otros.
Cada libro, cada memoria, cada
página salida de su pluma, refiriéndose a los hombres y los hechos de la
revolución americana, deben ser leídos por nosotros con la más escrupulosa
circunspección, sino queremos exponernos a pagar alguna vez los sinsabores
gloriosos de toda una existencia con la moneda amarga de la ingratitud y del
olvido.
Todos los periodos, todos los
hombres, todos los partidos comprendidos en el espacio de la revolución, han
hecho bienes y males a la causa del progreso americano. Excusamos, sin
legitimar todos estos males; reconocemos y adoptamos todos estos bienes.
—Ningún periodo, ningún hombre, ningún partido, tendrá que acusarnos de haberle
desheredado del justo tributo de nuestro reconocimiento.
Todos los argentinos son unos en
nuestro corazón, sean cuales fueren su nacimiento, su color, su condición, su
escarapela, su edad, su profesión, su clase. Nosotros no conocemos más que una
sola facción, la patria más que un solo color, el de mayo, más que una sola
época, los treinta años de revolución republicana. Desde la altura de estos
supremos datos, nosotros no sabemos que son unitarios y federales, colorados y
celestes, plebeyos y decentes, viejos y jóvenes, porteños y provincianos, año
10 y año 20, año 24 y año 30: divisiones mezquinas que vemos desaparecer como
el humo, delante de las tres unidades del pueblo, de la bandera, y de la
historia de los argentinos. No tenemos más regla para liquidar el valor de los
tiempos, de los hombres y de los hechos, que la magnitud de los monumentos que
nos han dejado. Es nuestra regla en esto como en todo: a cada época, a cada
hombre, a cada suceso, según su capacidad; a cada capacidad, según sus obras.
Hemos visto luchar dos principios,
en toda la época de la revolución, y permanecer hasta hoy indecisa la victoria.
Esto nos ha hecho creer que sus fuerzas son iguales, y que su presencia
simultánea en la organización argentina, es de una necesidad y correlación
inevitables.
Hemos inventariado el caudal
respectivo de poder de ambos principios unitario y federativo, y hemos obtenido
estos resultados:
ANTECEDENTES
UNITARIOS
Coloniales
La unidad política. La unidad
civil. La unidad judiciaria. La unidad territorial. La unidad financiera. La
unidad administrativa. La unidad religiosa. La unidad de idioma. La unidad de
origen. La unidad de costumbres.
Revolucionarios
La unidad de creencias y principios
Republicanos. La unidad de formas representativas.
La unidad de sacrificios en la
guerra de emancipación.
La unidad de conducta y de acción
en dicha empresa.
Los distintos aspectos de unidad
interrumpidos; congresos, presidencias, directorios generales que con
intermitencias más o menos largas se han dejado ver durante la revolución.
La unidad diplomática, externa o
internacional. La unidad de glorias.
La unidad de bandera. La unidad de
armas. La unidad de reputación exterior.
Unidad tácita, instintiva, que se
revela cada vez que se dice sin pensarlo: República Argentina, territorio
argentino, nación argentina, patria argentina, pueblo argentino, familia
argentina, y no Santiagueña, y no cordobesa, y no Porteña. La palabra misma
argentino es un antecedente unitario.
ANTECEDENTES
FEDERATIVOS
Las diversidades, las rivalidades
provinciales, sembradas sistemáticamente por la tiranía colonial, y renovadas
por la demagogia republicana.
Los largos interregnos de
aislamiento y de absoluta independencia provincial durante la revolución.
Las especialidades provinciales,
provenientes del suelo y del clima, de que se siguen otras en el carácter, en
los hábitos, en el acento, en los productos de la industria y del suelo.
Las distancias enormes y costosas
que las separa unas de otras.
La falta de caminos, de canales, de
medios de organizar un sistema regular de comunicación y transporte.
Las largas tradiciones municipales.
Las habitudes ya adquiridas de
legislaciones y gobiernos provinciales.
La posición actual de los gobiernos
locales en las manos de las provincias.
La soberanía parcial que la
revolución de mayo atribuyó a cada una de las provincias, y que hasta hoy les
ha sido contestada.
La imposibilidad de reducir las
provincias y sus gobiernos al despojo espontáneo de un depósito, que,
conservado un día, no se abandona nunca, —el poder de la propia dirección, —la
libertad.
Las susceptibilidades, los
subsidios del amor propio provincial.
Los celos eternos por las ventajas
de la provincia capital.
De donde nosotros hemos debido
concluir la necesidad de una total abnegación, no personal, sino política, de
toda simpatía que pudiera ligarnos a las tendencias exclusivas de cualquiera de
los dos principios, lejos de pedir la guerra, buscan ya, fatigados de lucha,
una fusión armónica, sobre la cual descansen inalterables las libertades de
cada provincia, y las prerrogativas de toda la nación: solución inevitable y
única que resulta toda de la aplicación a los dos grandes términos del problema
argentino, la Nación y la Provincia; de la fórmula llamada hoy a presidir la
política moderna, que consiste como lo hemos dicho en otra parte, en la
armonización de la individualidad con la generalidad, o en otros términos, de
la libertad con la asociación.
Esta solución, no sólo es una
demanda visible de la situación normal de las cosas argentinas, sino también
una necesidad política y parlamentaria, vista la situación de los espíritus;
porque de ningún modo mejor que en la armonía de los dos principios rivales,
podrían encontrar una paz legítima y gloriosa los hombres que han estado
divididos en los dos partidos Unitario y Federal.
1.
Nota del autor: Esta palabra simbólica era la décima en su orden primitivo de
colocación; pero habiéndose suspendido su explicación en Buenos Aires el año 37
por motivos especiales, se halló por conveniente verificarla en Montevideo y
salió colocada al fin del dogma. Como en su redacción se hace referencia a la que
antecede, la hemos dejado así traspuesta, suponiendo notarán fácilmente los
lectores que el párrafo anterior debe ser el último, porque resume toda la
doctrina.]
10. INDEPENDENCIA DE LAS TRADICIONES
RETRÓGRADAS QUE NOS SUBORDINAN AL ANTIGUO RÉGIMEN
Dos ideas aparecen siempre en el teatro de las revoluciones 38: la idea estacionaria que quiere el statu quo, y se atiene a las tradiciones del pasado, y la idea reformadora y progresiva; el régimen antiguo y el espíritu moderno. Cada una de estas dos ideas tiene sus representantes y sectarios, y de la antipatía y lucha de ellos, nacen la guerra y los desastres de una revolución.
El triunfo de la revolución es para nosotros el de la idea nueva y progresiva; es el triunfo de la causa santa de la libertad del hombre y de los pueblos. Pero ese triunfo no ha sido completo, porque las dos ideas se hostilizan sordamente todavía; y porque el espíritu nuevo no ha aniquilado completamente al espíritu de las tinieblas.
La generación americana lleva inoculados en su sangre los hábitos
y tendencias de otra generación. En su frente se notan, si no el abatimiento
del esclavo, las cicatrices recientes de la pasada esclavitud.
Su cuerpo se ha emancipado, pero su inteligencia no.
Se diría que la América revolucionaria, libre ya de las garras del
león de España, está sujeta aún a la fascinación de sus miradas y al prestigio
de su omnipotencia.
La América independiente, sostiene en signo de vasallaje, los cabos del ropaje imperial de la que fue su señora, y se adorna con sus apolilladas libreas.
La América independiente, sostiene en signo de vasallaje, los cabos del ropaje imperial de la que fue su señora, y se adorna con sus apolilladas libreas.
¡Cosa monstruosa! ¡Una virgen llena de vida y robustez, cubierta
de andrajosos harapos: la democracia engalanada con los blasones de la
monarquía y la empolvada cabellera de la aristocracia; un siglo nuevo embutido
en otro viejo; un joven, caminando al paso de la decrepitud; un cadáver y un
vivo cubiertos de una misma mortaja; la América revolucionaria, envuelta
todavía en los pañales de la que fue su madrastra!
Dos legados funestos de la España traban principalmente el movimiento progresivo de la revolución americana: sus costumbres y su legislación.
Un orden político nuevo exige nuevos elementos para constituirlo.
Las costumbres de una sociedad fundada sobre la desigualdad de clases, jamás podrán fraternizar con los principios de la igualdad democrática.
La España nos dejó por herencia la rutina, y la rutina no es otra cosa en el orden moral, que la abnegación del derecho de examen y de elección, es decir, el suicidio de la razón; y en el orden físico, seguir la vía trillada, no innovar, hacer siempre las cosas en el mismo molde, ajustarlas a la misma medida; y la democracia exige acción, innovación, ejercicio constante de todas las facultades del hombre, porque el movimiento es la esencia de su vida.
La España nos imbuía en el dogma del respeto ciego a la tradición y a la autoridad infalible de ciertas doctrinas; y la filosofía moderna proclama el dogma de la independencia de la razón y no reconoce otra autoridad que la que ella sanciona, ni otro criterio para decidir sobre principios y doctrinas, que el consentimiento uniforme de la humanidad.
La España nos recomendaba respeto y deferencia a las opiniones de las canas, y las canas podrán ser indicio de vejez, pero no de inteligencia y de razón.
La España nos enseñaba a ser obedientes y supersticiosos y la democracia nos quiere sumisos a la ley, religiosos y ciudadanos.
Dos legados funestos de la España traban principalmente el movimiento progresivo de la revolución americana: sus costumbres y su legislación.
Un orden político nuevo exige nuevos elementos para constituirlo.
Las costumbres de una sociedad fundada sobre la desigualdad de clases, jamás podrán fraternizar con los principios de la igualdad democrática.
La España nos dejó por herencia la rutina, y la rutina no es otra cosa en el orden moral, que la abnegación del derecho de examen y de elección, es decir, el suicidio de la razón; y en el orden físico, seguir la vía trillada, no innovar, hacer siempre las cosas en el mismo molde, ajustarlas a la misma medida; y la democracia exige acción, innovación, ejercicio constante de todas las facultades del hombre, porque el movimiento es la esencia de su vida.
La España nos imbuía en el dogma del respeto ciego a la tradición y a la autoridad infalible de ciertas doctrinas; y la filosofía moderna proclama el dogma de la independencia de la razón y no reconoce otra autoridad que la que ella sanciona, ni otro criterio para decidir sobre principios y doctrinas, que el consentimiento uniforme de la humanidad.
La España nos recomendaba respeto y deferencia a las opiniones de las canas, y las canas podrán ser indicio de vejez, pero no de inteligencia y de razón.
La España nos enseñaba a ser obedientes y supersticiosos y la democracia nos quiere sumisos a la ley, religiosos y ciudadanos.
La España nos educaba para vasallos y colonos, y la patria exige
de nosotros una ilustración conforme a la dignidad de hombres libres.
La España dividía la sociedad en cuerpos, jerarquías, profesiones
y gremios y ponía al frente de sus leyes, clero, nobleza, estado llano o turba
anónima; y la democracia, nivelando todas las condiciones, nos dice: que no hay
más jerarquías que las que establece la ley para el gobierno de la sociedad;
que el magistrado fuera del lugar donde ejerce sus funciones, se confunde con
los demás ciudadanos; que el sacerdote, el militar, el abogado, el comerciante,
el artesano, el rico y el pobre, todos son unos; que el último de la plebe es
hombre igual en derechos a los demás y que lleva impresa en su frente la
dignidad de su naturaleza; que sólo la probidad, el talento y el ingenio engendran
supremacía; que el que ejerce la más ínfima industria, si tiene capacidad y
virtudes, no es menos que el sacerdote, el abogado u otro que emplea sus
facultades en cualquiera otra profesión; que no hay profesiones unas más nobles
que las otras, porque la nobleza no consiste en vestir hábito talar, o en
llevar tal título, sino en las acciones; y que, en suma, en una sociedad
democrática sólo son dignos, sabios y virtuosos y acreedores a consideración,
los que propenden con sus fuerzas naturales al bien y prosperidad de la patria.
Para destruir estos gérmenes nocivos y emanciparnos completamente
de esas tradiciones añejas, necesitamos una reforma radical en nuestras
costumbres; tal será la obra de la educación y las leyes.
Una legislación semibárbara, dictada en tiempos tenebrosos por el
capricho o la voluntad de un hombre, para escuchar los intereses y afianzar el
predominio de ciertas clases; una legislación hecha, no para satisfacer las
necesidades de nuestra sociedad, sino para robustecer la tiranía de la
metrópoli; una legislación destinada a los colonos y vasallos, no a ciudadanos;
una legislación que eterniza los pleitos y diferencias, causando la ruina de
los particulares y del Estado; que abre ancho campo a la mala fe y los abusos;
que da margen a las cavilaciones de una jurisprudencia oscura y vacilante,
erizada de argucias escolásticas; una legislación, en suma, que no tiene raíz
alguna en la inteligencia de la nación y que mina por el cimiento los
principios de la igualdad y la libertad democrática, jamás podrá convenir a la
América independiente.
Nuestra legislación debe ser parto de la inteligencia y costumbres
de la nación.
Educar al pueblo, morigerarlo, será el modo de preparar los elementos de una legislación adecuada a nuestro estado social y a nuestras necesidades.
La obra de la legislación es lenta, porque las costumbres no se modifican de un golpe.
Las leyes influyen sobre manera en la mejora de las costumbres. Cuando las leyes son malas, las costumbres se depravan; cuando buenas, se mejoran.
Los vicios de un pueblo están casi siempre entrañados en el fondo de su legislación. La América lo atestigua. Las costumbres americanas son hijas de las leyes españolas.
Nuestras leyes positivas deben estar en armonía con los principios de derecho natural. Jus privatum latet sub tutela juris publici 39. Porque así como la razón es el fundamento de todos los derechos, la ley natural es la regla primitiva y el origen de todas las otras leyes.
Ellas serán personales, o igualmente obligatorias para todos. La fuerza de la ley no consiste sino en que ella recaiga sobre todos.
Educar al pueblo, morigerarlo, será el modo de preparar los elementos de una legislación adecuada a nuestro estado social y a nuestras necesidades.
La obra de la legislación es lenta, porque las costumbres no se modifican de un golpe.
Las leyes influyen sobre manera en la mejora de las costumbres. Cuando las leyes son malas, las costumbres se depravan; cuando buenas, se mejoran.
Los vicios de un pueblo están casi siempre entrañados en el fondo de su legislación. La América lo atestigua. Las costumbres americanas son hijas de las leyes españolas.
Nuestras leyes positivas deben estar en armonía con los principios de derecho natural. Jus privatum latet sub tutela juris publici 39. Porque así como la razón es el fundamento de todos los derechos, la ley natural es la regla primitiva y el origen de todas las otras leyes.
Ellas serán personales, o igualmente obligatorias para todos. La fuerza de la ley no consiste sino en que ella recaiga sobre todos.
Ellas fijarán a cada ciudadano los límites de sus respectivos
derechos y obligaciones, y les enseñarán lo útil o nocivo a su interés
particular y al colectivo de la sociedad.
Si la ley debe ser una para todos, ninguna clase civil, militar o religiosa tendrá leyes especiales, sino que estará sujeta a la ley común 40.
Si la ley debe ser una para todos, ninguna clase civil, militar o religiosa tendrá leyes especiales, sino que estará sujeta a la ley común 40.
A la realización de estos principios deben encaminarse las miras
de nuestros legisladores.
Un cuerpo completo de leyes americanas, elaborado en vista del progreso gradual de la democracia, sería el sólido fundamento del edificio grandioso de la emancipación del espíritu americano
Un cuerpo completo de leyes americanas, elaborado en vista del progreso gradual de la democracia, sería el sólido fundamento del edificio grandioso de la emancipación del espíritu americano
11. EMANCIPACIÓN DEL ESPÍRITU AMERICANO
El gran pensamiento de la revolución no se ha realizado. Somos independientes, pero no libres. Los brazos de la España no nos oprimen, pero sus tradiciones nos abruman. De las entrañas de la anarquía nació la contrarrevolución.
La idea estacionaria, la idea española, saliendo de su tenebrosa
guarida, levanta de nuevo triunfante su estólida cabeza y lanza anatemas contra
el espíritu reformador y progresivo.
Pero su triunfo será efímero. Dios ha querido y la historia de la humanidad lo atestigua, que las ideas y los hechos que existieron desaparezcan de la escena del mundo y se engolfen por siempre en el abismo del pasado, como desaparecen una tras otras las generaciones. Dios ha querido que el día de hoy no se parezca al de ayer; que el siglo de ahora no sea una repetición monótona del anterior; que lo que fue no renazca; y que en el mundo moral como en el físico, en la vida del hombre como en la de los pueblos, todo marche y progrese, todo sea actividad incesante y continuo movimiento.
Pero su triunfo será efímero. Dios ha querido y la historia de la humanidad lo atestigua, que las ideas y los hechos que existieron desaparezcan de la escena del mundo y se engolfen por siempre en el abismo del pasado, como desaparecen una tras otras las generaciones. Dios ha querido que el día de hoy no se parezca al de ayer; que el siglo de ahora no sea una repetición monótona del anterior; que lo que fue no renazca; y que en el mundo moral como en el físico, en la vida del hombre como en la de los pueblos, todo marche y progrese, todo sea actividad incesante y continuo movimiento.
La contrarrevolución no es más que la agonía lenta de un siglo
caduco, de las tradiciones retrógradas del antiguo régimen, de unas ideas que
tuvieron ya completa vida en la historia. ¿Quién violando la ley de Dios podrá
reanimar ese espectro que se levanta en sus delirios envuelto ya en el sudario
de la tumba? ¿El esfuerzo impotente de algunos espíritus obcecados? ¡Quimera!
La revolución ruge sordamente en las entrañas de nuestra sociedad.
Ella espera para asomar la cabeza, la reaparición del astro generador de la
patria; ella afila en la oscuridad sus armas y aguza sus lenguas de fuego en
las cárceles donde la oprimen y la ponen mordaza; ella enciende todos los
corazones patriotas; ella madura en silencio sus planes reformadores y cobra en
el ocio mayor inteligencia y poderío.
La revolución marcha, pero con grillos. A la joven generación toca despedazarlos y conquistar la gloria de la iniciativa en la grande obra de la emancipación del espíritu americano, que se resume en estos dos problemas: emancipación política y emancipación social.
El primero está resuelto, falta resolver el segundo.
La revolución marcha, pero con grillos. A la joven generación toca despedazarlos y conquistar la gloria de la iniciativa en la grande obra de la emancipación del espíritu americano, que se resume en estos dos problemas: emancipación política y emancipación social.
El primero está resuelto, falta resolver el segundo.
En la emancipación social de la patria está vinculada su libertad.
La emancipación social americana sólo podrá conseguirse, repudiando la herencia que nos dejó la España y concretando toda la acción de nuestras facultades al fin de constituir la sociabilidad americana.
La emancipación social americana sólo podrá conseguirse, repudiando la herencia que nos dejó la España y concretando toda la acción de nuestras facultades al fin de constituir la sociabilidad americana.
La sociabilidad de un pueblo se compone de todos los elementos de
la civilización; del elemento político, del filosófico, del religioso, del
científico, del artístico, del industrial.
La política americana tenderá a organizar la democracia, o en otros términos, la igualdad y la libertad, asegurando, por medio de leyes adecuadas, a todos y cada uno de los miembros de la asociación, el más amplio y libre ejercicio de sus facultades naturales. Ella reconocerá el principio de la independencia y soberanía de cada pueblo, trazando con letras de oro en la empinada cresta de los Andes, a la sombra de todos los estandartes americanos, este emblema divino: la nacionalidad es sagrada. Ella fijará las reglas que deben regir sus relaciones entre sí y con los demás pueblos del mundo.
La filosofía reconoce a la razón individual como único juez de todo lo que toca al individuo; y a la razón colectiva, o al consensus general, como al árbitro soberano de todo lo que atañe a la sociedad.
La política americana tenderá a organizar la democracia, o en otros términos, la igualdad y la libertad, asegurando, por medio de leyes adecuadas, a todos y cada uno de los miembros de la asociación, el más amplio y libre ejercicio de sus facultades naturales. Ella reconocerá el principio de la independencia y soberanía de cada pueblo, trazando con letras de oro en la empinada cresta de los Andes, a la sombra de todos los estandartes americanos, este emblema divino: la nacionalidad es sagrada. Ella fijará las reglas que deben regir sus relaciones entre sí y con los demás pueblos del mundo.
La filosofía reconoce a la razón individual como único juez de todo lo que toca al individuo; y a la razón colectiva, o al consensus general, como al árbitro soberano de todo lo que atañe a la sociedad.
La filosofía en la asociación procurará establecer el pacto de
alianza de la razón individual y de la razón colectiva del ciudadano y de la
patria.
La filosofía ilumina la fe, explica la religión y la subordina
también a la ley del progreso 41.
La Filosofía en la naturaleza inerte, busca la ley de su generación; en la animalidad, la ley del desarrollo de la vida de todos los seres; en la historia, el hilo de la tradición progresiva de cada pueblo y de la humanidad y, por consiguiente, la manifestación de los designios de la Providencia; en el arte, busca el pensamiento individual y el pensamiento social, los cuales confronta y explica; o en términos metafísicos, la expresión armoniosa de la vida finita y contingente, y de la vida absoluta, infinita, humanitaria.
La Filosofía en la naturaleza inerte, busca la ley de su generación; en la animalidad, la ley del desarrollo de la vida de todos los seres; en la historia, el hilo de la tradición progresiva de cada pueblo y de la humanidad y, por consiguiente, la manifestación de los designios de la Providencia; en el arte, busca el pensamiento individual y el pensamiento social, los cuales confronta y explica; o en términos metafísicos, la expresión armoniosa de la vida finita y contingente, y de la vida absoluta, infinita, humanitaria.
La filosofía sujeta a leyes racionales la industria y el trabajo
material del hombre.
La filosofía, en suma, es la ciencia de la vida en todas sus manifestaciones posibles, desde el mineral a la planta, desde la planta al insecto infusorio, desde el insecto al hombre, desde el hombre a Dios.
La filosofía, en suma, es la ciencia de la vida en todas sus manifestaciones posibles, desde el mineral a la planta, desde la planta al insecto infusorio, desde el insecto al hombre, desde el hombre a Dios.
La filosofía es el ojo de la inteligencia examinando e
interpretando las leyes necesarias que rigen al mundo físico y moral, o al
universo.
La religión es el cimiento moral sobre que descansa la sociedad,
el bálsamo divino del corazón, la fuente pura de nuestras esperanzas venideras
y la escala mística por donde suben al cielo los pensamientos de la tierra.
La ciencia enseña al hombre a conocerse a sí mismo, a penetrar los
misterios de la naturaleza, a levantar su pensamientos al Creador y a encontrar
los medios de mejora y perfección individual y social.
El arte abarca en sus divinas inspiraciones todos los elementos
morales y afectivos de la humanidad: lo bueno, lo justo, lo verdadero, lo
bello, lo sublime, lo divino; la individualidad y la sociedad, lo finito y lo
infinito; el amor, los presentimientos, las visiones del alma, las intuiciones
más vagas y misteriosas de la conciencia; todo lo penetra y abarca con su
espíritu profético; todo lo mira al través del brillante prisma de su
imaginación, lo anima con el soplo de fuego de su palabra generatriz, lo
embellece con los lúcidos colores de su paleta y lo traduce en inefables o
sublimes armonías. El canta el heroísmo y la libertad, y solemniza todos los
grandes actos, tanto internos como externos de la vida de las naciones.
La industria pone en manos del hombre los instrumentos para domeñar las fuerzas de la naturaleza, labrarse su bienestar y conquistar el señorío de la creación.
Política, filosofía, ciencia, religión, arte, industria, todo deberá encaminarse a la democracia, ofrecerle su apoyo y cooperar activamente a robustecerla y cimentarla.
En el desarrollo natural, armónico y completo de estos elementos, está enumerado el problema de la emancipación del espíritu americano.
La industria pone en manos del hombre los instrumentos para domeñar las fuerzas de la naturaleza, labrarse su bienestar y conquistar el señorío de la creación.
Política, filosofía, ciencia, religión, arte, industria, todo deberá encaminarse a la democracia, ofrecerle su apoyo y cooperar activamente a robustecerla y cimentarla.
En el desarrollo natural, armónico y completo de estos elementos, está enumerado el problema de la emancipación del espíritu americano.
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